Desde el último tercio del siglo XIX las ciudades se convirtieron en principal objeto de negocio y fuente de obtención de beneficios porque la burguesía urbana comenzó a invertir de forma sistemática en edificaciones destinadas a viviendas. De esta forma, el parque inmobiliario ha sido uno de los focos más atrayentes de inversión. Sin embargo, antes de que la actividad constructora y promotora se profesionalizara, la construcción de viviendas se llevaba a cabo por iniciativa individual para satisfacer las necesidades de una familia, o para buscar una renta segura y a largo plazo a través del arrendamiento.

En 1920 comenzaron a surgir las primeras sociedades constructoras, urbanizadoras e inmobiliarias que producían viviendas para su venta como cualquier otra mercancía. En algunos casos, estas sociedades nacieron para impulsar la construcción de barrios de viviendas económicas, conocidas como casas baratas, y en otros casos, pretendieron impulsar modelos de urbanización importados de Europa como las ciudades jardín. El concepto de ciudad jardín lo concibió el reformador social inglés Ebenezer Howard, que planteaba un nuevo modelo de construir y planificar ciudades a través de viviendas unifamiliares o cottages, que eran consideradas como el alojamiento ideal para todas las clases sociales.

Sin embargo, la introducción de la ciudad jardín en España estuvo siempre ligada a las clases acomodadas y solían estar ubicadas en las afueras de las ciudades, ejemplos característicos de estas urbanizaciones fueron las colonias del Retiro o Chamartín en Madrid, o la ciudad jardín de Zaragoza, entre otros.

Muchos de los proyectos de ciudad jardín ejecutados en España quedaron fuera de las posibilidades económicas de la clase trabajadora y tampoco las leyes de las casas baratas solucionaron el problema.

Con la llegada del siglo XX, A Coruña se había convertido en uno de los principales centros de modernización social e innovación cultural de Galicia, lo que tuvo su impronta en el paisaje urbano. Entre los factores de este desarrollo de la ciudad están: la reactivación manufacturera, la actividad portuaria y la aparición de nuevas entidades financieras. También hay que destacar otros elementos como la llegada del ferrocarril y el asentamiento de nuevos órganos del Gobierno provincial como la Diputación. En este contexto se llevaron a cabo dos grandes obras: las operaciones de remodelación del puerto y la expansión urbana. En vísperas de la Guerra Civil, A Coruña era la provincia gallega con mayor parque de viviendas en los núcleos urbanos.

Siguiendo las tendencias europeas se empezaron a aplicar modelos urbanísticos derivados de la ciudad jardín inglesa, pero al igual que en otras ciudades españolas, se hizo desde una doble vertiente: de un lado se construyeron nuevas barriadas de casas baratas unifamiliares, como las del Campo de Marte, y de otro se promocionaron nuevos barrios residenciales destinados a familias de clase media alta, como Ciudad Jardín.

En particular, este segundo proyecto fue impulsado por un grupo de vecinos de A Coruña que se reunió en la popular sociedad Círculo de Artesanos en noviembre de 1921 con una representación del Ayuntamiento de la ciudad, de la prensa y de otras fuerzas de la ciudad. En este foro se presentó el proyecto dirigido por el arquitecto Eduardo Rodríguez Losada para la Ciudad Jardín. El grupo lo formaban: Luis Cornide Quiroga, Canuto Berea Rodrigo, José Agudín Aspe, Francisco Vázquez Lens, José Piñeiro Vázquez, Gabriel López Companioni, Eduardo Rodríguez Losada, Jacobo Correa Oliver, Ricardo Pernas Varela y Manuel Fernández Morales.

El grupo ejerció presión al Ayuntamiento a través de la prensa local y de diferentes círculos de la ciudad para comenzar el proyecto. Con un capital de un millón de pesetas, finalmente, se puso en marcha el proyecto urbanístico y en poco más de un año se construyeron 14 chalés y se comenzó la construcción de otros siete. A finales de los años veinte, la Ciudad Jardín estaba ya formada por más de 40 chalés, dos edificios destinados "a la enseñanza y a la educación moral" y un observatorio meteorológico. Aunque se pretendió hacer casas asequibles, cada una costaba una media de 40.000 pesetas, por lo que sólo era accesible para unos pocos.

El proyecto fue un éxito y la magnitud que estaba alcanzando hacía recomendable crear un órgano adecuado para gestionarlo. Así, se determinó la constitución de una sociedad anónima. En el verano de 1923 los promotores acordaron construir una compañía con el nombre Sociedad Coruñesa de Urbanización SA y cuyo objeto social era la construcción de la llamada Ciudad Jardín y la reparación de los edificios existentes, entre otros propósitos. Aunque las viviendas se perfilaban como edificaciones para las clases acomodadas, los socios seguían manifestando su intención de realizar futuras ampliaciones para hacer llegar a las clases sociales más modestas soluciones al problema de la vivienda.

La compañía estableció su domicilio social legal en A Coruña, en la calle Real, y su duración se fijó inicialmente en diez años prorrogables. Entre sus activos se contaban 54 terrenos para la construcción de la Ciudad Jardín, además de maquinaria. Para hacer frente al elevado coste de este proyecto, la sociedad decidió emitir obligaciones hipotecarias para su financiación.

El primer esfuerzo financiero de la empresa se destinó a la explanación y urbanización de las principales avenidas durante los años veinte. Una vez que esta primera fase quedó realizada, se empezaron a construir chalés a ambos lados de las avenidas recién abiertas, pero el ritmo de las obras se ralentizó por el contexto económico. La regresión de la economía española en los años 30 afectó de lleno a la construcción, dando lugar a la paralización de las obras, a lo que se unieron diferentes huelgas que dejaron graves consecuencias económicas. De esta forma, la compañía se encontraba en una situación financiera delicada porque los terrenos se vieron gravemente depreciados y la paralización del mercado de la vivienda restringía toda posibilidad de obtener beneficios.

Dentro de este panorama, la sociedad firmó un contrato con la Sociedad Cooperativa Domus en 1935. Esta cooperativa se proponía la construcción de 28 a 30 chalés dentro de la Ciudad Jardín, con las ayudas estatales que proporcionaban las disposiciones vigentes sobre casas baratas. A finales de 1935 el Ministerio de Vivienda aprobó el proyecto de construcción de 30 chalés de la Cooperativa Domus. Para facilitar el pago de estas viviendas, la Caja de Ahorros y Monte de Piedad preparó hipotecas a noventa años, de manera que los pagos mensuales eran muy bajos, lo que animó a más gente a participar en el proyecto.

Aunque la Guerra Civil dificultó el desarrollo de las obras, debido a la escasez de materiales de construcción, consiguieron terminar en 1937 las 30 viviendas. El fin de la contienda favoreció la recuperación de los negocios y reactivó el sector de la construcción y el mercado inmobiliario. El sector, sin embargo, experimentó estos años importantes cambios, ya que la autarquía fomentó la profesionalización inmobiliaria y el desarrollo de empresas específicas para desarrollar esta actividad.

Una vez concluido su objeto social, la compañía se disolvió en pleno verano de 1953 y se puso punto final a una sociedad con treinta años de existencia que consiguió convertir las antiguas huertas de Riazor en un barrio más de la ciudad.

Alonso, Luis; Lindoso, Elvira;Vilar, Margarita. Construyendoempresas. La trayectoria de los emprendedores coruñeses en perspectiva histórica