Un año después y con cerca de 250 trabajadores menos, Caramelo sigue herida. El Expediente de Regulación de Empleo (ERE) para 237 trabajadores que se aprobó en asamblea el 3 de agosto de 2009 abrió una llaga en la factoría de A Grela que todavía no ha cicatrizado. La gran mayoría de los trabajadores que permanecieron en su puesto de trabajo continúan inseguros al desconocer el porvenir de la compañía y las trece bajas que se han producido en los últimos dos meses no ayudan a mejorar los ánimos. Estos nuevos despidos se encuadran dentro de "la reorganización de la empresa que se planteó hace año y medio y no se trata de nada excepcional", aseguran fuentes de la empresa. Un situación que, sin embargo, provoca que la gente reviva el reciente episodio de despido colectivo que tuvo lugar hace un año.

"Toda la situación que se vivió esos meses en la fábrica todavía está muy presente. Ahora empezaron otra vez a despedir gente y parece que la lucha no sirvió para nada. Los que se arriesgaron a continuar en la empresa para tratar de reflotar la nave vuelven a temer por su futuro", se lamenta Alberto Castanedo, miembro del comité de empresa y representante de Comisiones Obreras (CCOO). "Parecía que el ERE iba a ser la solución a todos los problemas, pero nos equivocamos", añade Castanedo. Fuentes de la empresa aclaran que estos meses también se ha incorporado "gente cualificada" a distintas secciones de la factoría y que se está llevando a cabo el ajuste de plantilla necesario dentro de la nueva situación que afronta Caramelo.

A finales de agosto de 2009, cuando se estaban tramitando los últimos despidos de los 237 empleados afectados por el ERE -234 bajas voluntarias y tres forzosas-, la dirección de la empresa ya aseguró que no podía garantizar el empleo de los 205 trabajadores que en aquel entonces permanecieron en la fábrica. La propuesta negociada el 23 de julio del pasado año y aprobada en el referéndum del 3 de agosto de 2009 incluía, no obstante, un apartado en el que Caramelo debía asumir compromisos en cuanto a la estabilidad futura de los trabajadores.

El despido colectivo de la fábrica textil conmocionó a la ciudad el pasado verano. Las trabajadoras se pusieron en pie para defender sus derechos y un puesto de trabajo dentro de una empresa a la que, después de 30 años en muchos de los casos, habían considerado como un segundo hogar. Algunas de las más combativas en aquellas fechas sólo quieren olvidar el mal sabor de boca que les dejó Caramelo y centrarse en su nueva vida. Creen que ya no tienen que opinar sobre el devenir de la compañía. Ahora, muchos de su antiguos compañeros vuelven a ponerse en lo peor.

El comité de empresa no descarta que en las últimas semanas se produzcan más despidos -la mayoría de las trece bajas que comunicó la empresa en los últimos meses, según los representantes de los trabajadores, pertenecían a Logística- y lamenta que se eche a gente de secciones en las que se debería reforzar personal en vez de "adelgazar más la estructura".

"En Logística (una se las secciones más importantes en la factoría situada en A Grela después de la deslocalización de la producción textil) tenemos mucho trabajo y cada semana desde hace dos meses nos enteramos de que despiden a gente, trabajadores muy válidos", manifiesta uno de los empleados de esta sección.

El principal temor de la plantilla, sobre todo de aquellos que llevan muchos años en la empresa o que tienen más de 45 años, es que la dirección pueda alegar pérdidas y despedir con una indemnización de 20 días por año trabajado una vez se apruebe la reforma laboral del Gobierno que se tramita en el Senado. "Con más de seis meses de pérdidas, ellos legalmente pueden despedir a la gente. Por ahora, a los que se marcharon estos últimos meses les dieron 39 días por año trabajado, como a los del ERE", explica un miembro del comité de empresa.

"Esta situación hace que a la gente le entren dudas, nadie tiene claro lo que va a pasar y tienen miedo de que ahora los echen y se vayan sin nada después de apostar por quedarse en la empresa para tratar de sacarla adelante", comenta Alberto Castanedo.

Lo que anima a la plantilla para ser optimista en estos momentos es la decisión de retomar la apuesta "más segura" del canal multimarca. "Hubo muchos cambios en la dirección y los que están ahora han diseñado una estrategia en la línea de lo que siempre defendió Cañás", argumenta el sindicalista de CCOO. Lograr que la nave reflote es el objetivo que comparten los nuevos dueños de Caramelo y sus antiguos empleados, que piden más claridad a la empresa para dejar de ver el futuro de color gris marengo.