Casi la mitad de la vida se ha pasado José Luis Méndez vistiendo la camiseta de Caixa Galicia. Desde 1978 -cuando es nombrado director general adjunto- con el número dos a la espalda, y tres años después con el uno, tras ser designado director general. En total, 32 años. Casi la mitad de los 65 que cumplió hace una semana. Cuatro días después, anunció que se jubilaba, que abandonaba su casa de las últimas tres décadas. Pero no se marcha muy lejos. Se muda al dúplex con vistas de la Fundación Caixa Galicia. Acaba de ser elegido su nuevo presidente in extremis. Se modificaron los estatutos a su medida. Por lo menos, por la calle no le saludarán como el ex presidente de la caja sino como el presidente de la fundación. Menos es nada.

Son poco más de 200 metros los que separan el edificio de la fundación del de la sede central de la caja en Rúa Nueva. Pero esos 200 metros escenifican la distancia a la que a partir de ahora verá pasar el poder económico de A Coruña y también de Galicia por delante de su ventana. Y ya no podrá intervenir en él. Un poder del que ha sido uno de los máximos representantes en las últimas tres décadas y del que le han obligado a desprenderse en los últimos tres meses.

La gestión económica de la caja en los últimos años, lejos del negocio puramente financiero y más cercana a la de una inmobiliaria; la forma en la que ha negociado la fusión con Caixanova: paritaria pese a que Caixa Galicia era bastante más grande; la manera en la que ha sido apartado de la primera línea del reparto de poder de la nueva entidad que salga de la unión; la pérdida de protagonismo que hasta hoy no ha explicado y que se desvaneció justo al final de su carrera; los silencios durante todo el proceso de fusión, tanto ante las exigencias de Caixanova de que ella debía liderar el proyecto como para atajar los insistentes rumores de una intervención o de que el Banco de España no le quería dentro de la nueva caja. Y en definitiva, una estrategia desacertada durante todo el proceso de integración con la entidad pontevedresa ha empañado su salida de la caja. Una salida que tenía que haberse producido por la puerta grande y a casi hombros, como los grandes toreros, pero que ha sido tomada con más frío que calor por la mayor parte de los actores principales.

Al final, se ha tenido que conformar con la presidencia de la Fundación Caixa Galicia, precisamente el mismo cargo, pero de la nueva caja fusionada, que los enemigos reservaban como retiro dorado para su rival en tantas luchas durante los últimos años: Julio Fernández Gayoso.

Es el ocaso de un líder. Un líder brillante que ha sido capaz de colocar a Caixa Galicia en la parte de arriba del sistema financiero español desde que se sentó en su despacho de director general en 1981. Desde entonces su firma ha rubricado hasta ocho fusiones o integraciones con entidades gallegas y de fuera de la comunidad. Aunque no ha podido con la novena.

José Luis Méndez López nació en A Coruña el 12 de septiembre de 1945. Estudió en el Colegio del Ángel de A Coruña y después en la Escuela de Comercio de A Coruña donde cursó los estudios de profesor mercantil (1960-63).

En 1967 se licenció de ciencias económicas y empresariales en la Universidad Complutense de Madrid, donde también se dedicó a la investigación económica y a la docencia en el equipo del ya fallecido profesor Enrique Fuentes Quintana. Impartió clases de Hacienda Pública en el campus madrileño y de Teoría Económica en la Universidade de Santiago de Compostela. A principios de los setenta colaboró con los profesores Suárez y Fernández Pirla en la cátedra de Economía de Empresa de la Universidad Complutense, así como en la revista económica Información Comercial Española que dirigía Fuentes Quintana.

El salto al mundo financiero lo realizó en el departamento de inversiones del Banco de Noroeste donde trabajó desde 1972 a 1977. Ese año fue fichado por la Caja General de Ahorros de Ferrol como director general adjunto. Sólo unos meses después accedió a la dirección general desde donde impulsó la fusión con la Caja de Ahorros de A Coruña y Lugo (1978). Había nacido Caixa Galicia. Como premio, el consejo de administración de la nueva entidad le nombró director general en 1981, lo que le convirtió en el director más joven del sector financiero español. Tenía 36 años. Sustituyó en el cargo a Antonio Lorenzo, fallecido hace año y medio, y que había sido director general desde 1969.

En los años siguientes Méndez prosiguió su política de alianzas para hacer más grande la entidad coruñesa e integró en el proyecto de Caixa Galicia a la Caja de Ahorros Provincial de Lugo (1982), las cajas rurales de Pontevedra (1986), A Coruña (1986), Ourense (1988) y León (1992) y a las redes bancarias de Banco de Fomento (1994), Banco Urquijo (2000) y BNP España (2000).

Al inicio del siglo XXI, Caixa Galicia ya estaba entre las seis cajas más grandes de España y entre las diez entidades más fuertes del sistema financiero español. Desde su despacho, apoya al tejido productivo coruñés y gallego y desarrolla una intensa actividad cultural a través de la fundación.

El pasado 6 septiembre los consejos de administración de Caixa Galicia y Caixanova aprobaron el proyecto de fusión: nacía la Caixa de Aforros de Galicia, Vigo, Ourense y Pontevedra. Pero esta nueva entidad ya no la pilotará Méndez. Al menos a corto plazo, porque el nuevo presidente de la Fundación Caixa Galicia, fiel a sus silencios, no ha dicho en ningún momento que no quiera volver a la primera línea de fuego. En principio, ya avisó el viernes de que su participación en la nueva caja a través de la fundación será "muy activa".

Pero una vez que ha confirmado su salida de Caixa Galicia quedan muchas preguntas sin responder. ¿Por qué Méndez, experto en fusiones, se queda fuera de las negociaciones con Caixanova y le cede todo el protagonismo al, en esos momentos, secretario del consejo de administración, Javier García de Paredes? Con su enorme veteranía, al menos, debería haber tenido un hueco en el equipo negociador.

¿Por qué con 29 años como director general de una de las cajas más relevantes de España no forma parte del organigrama de la nueva entidad fusionada, y, por ejemplo, Gayoso será su primer presidente? Con 38 años de experiencia en el mundo financiero algo podrá aportar.

¿Por qué el consejo de administración de su propia caja no le propone como copresidente de la nueva caja gallega como él insinuó? "Es el consejo de administración el que debe decidir si seré copresidente de la caja fusionada", llegó a decir hace unos meses. ¿Ni en su propia casa confían en él? Demasiadas preguntas sin respuesta que poco a poco se irán conociendo.

Porque resulta poco creíble que las únicas razones mínimamente coherentes que se exponen para explicar el ocaso de Méndez es que el Banco de España no lo quería en la nueva caja porque no era un buen gestor.

Es cierto que en los últimos tiempos arriesgó con negocios inmobiliarios y primó inversiones alejadas del origen de una caja de ahorros y distanciadas del tradicional negocio financiero. Pero que salga una sola de las 45 cajas de ahorros que había hace unos meses para decir que no ha hecho lo mismo durante los últimos años. Los más de 600 millones que tiene pillados en el sector inmobiliario (Fadesa, Tremon, Urazca, Colonial, Reyal Urbis, Renta Corporación, Lábaro?) son una pesada losada.

Pero extraña que ésta sea la causa esgrimida para defenestrarlo, y más extraña que el principal protagonista se conforme con un despacho en la Fundación Caixa Galicia y no se revuelva contra los comentarios, algunos muy críticos con su actuación, que ha recibido en los últimos tiempos.

Cierto es que ya en 2007, antes que de que explotase la burbuja inmobiliaria, la agencia de calificación estadounidense Moody's rebajó la nota de Caixa Galicia por su exposición al mercado inmobiliario y su "vulnerabilidad" a la desaceleración del sector en España. Pero a estas alturas todos están de acuerdo que no hay nadie que no haya caído en la trampa del ladrillo.

Generosidad. Es otra de las palabras que se utilizan para explicar que Méndez se haya echado a un lado y se haya apartado del camino. Generosidad para que la nueva caja gallega sea una realidad. "La fusión hay que hacerla como sea, aunque yo me quede fuera", soltó recientemente en uno de los consejos de administración. ¿Pero por qué tenía que apartarse?

Después de todo, la nueva caja gallega será una realidad y él no formará parte del grupo que tome las decisiones. Un triste final para el ocaso de un líder.