El sentido común, que es el menos común de los sentidos, es la estrella que ha guiado la exitosa carrera de Inditex desde su nacimiento hace 35 años. Sentido común para crear un modelo de negocio basado en los gustos del cliente; sentido común para vender la ropa como si fuera pan caliente, gracias a un sistema de diseño, elaboración y transporte vertiginoso; sentido común para dejar de crecer en España, porque el mercado estaba saturado, y expandirse al resto de Europa, y ahora a Asia; sentido común para abrir casi medio centenar de tiendas por año como modelo de expansión; sentido común para salir a Bolsa en el momento oportuno, cuando la empresa se estaba haciendo demasiado grande; sentido común para no endeudarse (es la única del Ibex que siempre tiene dinero en caja); sentido común para poner los ojos en la venta online cuando todo el primer mundo está ya conectado a internet o sentido común para dar el testigo al frente de la compañía a una persona que sabe de qué va el negocio.

Y el sentido común seguirá siendo la estrella que guíe la estrategia del que será presidente de Inditex, Pablo Isla, a partir del próximo mes de julio. Nada de experimentos con gaseosa ni de probaturas sin red. El pasado mes de marzo, durante la presentación de los resultados del ejercicio 2009, en el que por tercer año consecutivo volvió a superar los 10.000 millones de euros de facturación, trazó las líneas de actuación de la compañía para los próximos ejercicios.

La apertura de tiendas seguirá en una horquilla de entre 360 y 425, el 95% de ellas se inaugurarán fuera de España. La estrategia del grupo pasa por un crecimiento en Asia, donde en 2010-2011 se abrirá más del 40% de la nueva superficie comercial. India se acaba de sumar a la decena de países del continente asiático en el que ya ha desembarcado la multinacional gallega. A finales de año, la compañía volvía a insistir que "Asia, región de alta importancia estratégica para Inditex, es el área en donde se producen las aperturas más significativas".

En mercados, emergentes como el de Brasil o más clásicos como el de EEUU, seguirá abriendo tiendas pero no a un nivel tan elevado como en Asia, donde Pablo Isla siempre destaca que, a corto y medio plazo, es donde el grupo quiere crecer. Brasil o EEUU son mercados muy lejanos que para la forma de abastecimiento rápido que caracteriza a Inditex supondría crear nuevas plataformas de distribución en el continente americano, con el aumento de coste que esto provocaría.

No hay que olvidar que una de las pócimas mágicas del gran éxito de la compañía gallega fue poner en marcha un modelo de negocio con un reducido tiempo de respuesta. Si cualquier otra firma de moda tarda entre cuatro y diez meses en colocar una prenda en la percha de su tienda desde que la pensó el diseñador, en Inditex ese plazo se reduce a menos de un mes. Y si las otras compañías sacan tres o cuatro colecciones por año, la multinacional textil está renovando continuamente las estanterías de sus establecimientos.

Pese a que hay analistas que apuntan que podría crear nuevas marcas o adquirir empresas locales en los países en los que está presente, Isla también descartó ambas posibilidades el pasado mes de marzo, y casi un año después nada hace prever que pueda ocurrir lo contrario. El modelo de negocio lo tiene muy claro: expansión internacional, sobre todo, en el mercado asiático. Y con Zara como buque insignia del grupo que abre el camino para el desembarco de las otras siete cadenas (Pull & Bear, Massimo Dutti, Bershka, Stradivarius, Oysho, Zara Home y Uterqüe).

Pero si el sentido común es una de las máximas de Inditex, el otro es la innovación. La compañía es un hervidero de gente pensante -por ejemplo en Zara hay más de 200 diseñadores-, trabajadores que hacen posible la máxima que suele repetir Amancio Ortega: cada mañana hay que darle la vuelta a Inditex. Por eso no es de extrañar que ese continuo bullir de ideas dé como resultado una nueva acción que aporte valor al grupo. Pero siempre basada en el sentido común, como hasta ahora.

Y tampoco parece que el modelo de negocio de la multinacional dé síntomas de agotamiento. En un año como el anterior, con la crisis vaciando los bolsillos de los consumidores, el beneficio neto se situó en los 1.314 millones de euros, un 5% más que en 2008. En los nueve primeros meses de 2010, el beneficio alcanzó los 1.179 millones, un 42% más que en el mismo periodo del año anterior. La locomotora no parece cansarse. No hay que olvidar que en la década de los 80 la facturación era de 30 millones, ahora supera los 10.000.

Con más de 5.000 tiendas en 77 países y casi 100.000 trabajadores repartidos por todo el mundo, el líder mundial textil tiene cuerda para rato.