El súbito empeoramiento de la situación del banco franco-belga Dexia, la primera de una entidad europea afectada gravemente por la crisis de la deuda griega, ha acelerado la búsqueda de soluciones por parte de los Gobiernos de París y Bruselas. La entidad, que ya fue rescata en 2008 cuando estalló la crisis financiera, está de nuevo al borde de otro rescate pese a haber aprobado con buena nota las pruebas de resistencia a la banca publicadas en julio de este año. De ahí que ayer se disparasen todas las alarmas por el temor a que se produzca un efecto contagio en el sistema financiero europeo.

El comisario europeo del Mercado Interior, Michel Barnier, afirmó que la situación actual demuestra que es necesario un nivel adecuado de recapitalización. También el comisario europeo de Competencia, Joaquín Almunia, aseguró que más entidades bancarias europeas podrían tener que reestructurarse y advirtió de que la deuda de la crisis está poniendo "al conjunto de la zona euro bajo una presión severa". La vicepresidenta económica española, Elena Salgado, negó que el rescate de Dexia pueda contagiar a las entidades españolas, porque no están tan expuestas a la deuda griega.

La vicepresidenta sí admitió que los problemas de Dexia demuestran que las pruebas de resistencia deberían haber tomado en consideración la exposición de los bancos a la deuda soberana de algunos Estados. "Hay muchos bancos que están sometidos a presión, particularmente los que tienen en sus balances deuda griega, pero no es el caso de bancos españoles", aseguró Salgado a la salida del consejo de ministros de Finanzas de la Unión Europea celebrado ayer en Luxemburgo.

Mientras tanto, el ministro heleno de Finanzas, Evangelos Venizelos, declaró que Grecia no tiene "ningún problema (de liquidez) hasta mediados de noviembre". Lo hizo después de que sus socios de la Eurozona decidieran posponer la decisión de liberar el sexto tramo de ayuda de 8.000 millones de euros y tras afirmar reiteradamente que el país no tenía dinero ni para pagar los salarios ni las pensiones de este mes de octubre.

Pero las acciones de Dexia se desplomaron ayer en Bolsa un 22,46% -llegaron a caer el 33%- y por si fuera poco, el presidente del Banco Central Europeo, Jean-Claude Trichet, pronosticó en su última audiencia ante el Parlamento Europeo un "moderado crecimiento del PIB" de cara a los últimos meses de este año. Además, la agencia de calificación de riesgos Standard & Poor's (S&P) rebajó su previsión de crecimiento para la zona del euro en 2012 del 1,5 al 1,1 %.

La cotización de los bancos empezó a caer en picado, y las Bolsas europeas superaron el 3% en pérdidas. Tuvo que ser el presidente de la Reserva Federal (FED), Ben Bernank, quien calmase a los mercados. Culpó del frenazo económico a la crisis de la deuda soberana en Europa, pero aseguró que la FED está preparada para intervenir y ayudar a la recuperación económica. Al cierre de los mercados, Fráncfort perdió el 2,98%; Milán, el 2,72%; París, el 2,61%; Londres, el 2,58% y Madrid, la que mejor aguantó, cayó el 1,54%.

La reunión de los ministros de Finanzas de la Unión Europea, el Ecofín, finalizó ayer sin grandes acuerdos. En realidad aplazó a la reunión del G-20 de los días 2 y 3 de noviembre la decisión sobre el cambio de estrategia para reactivar la economía. Eso sí, se pidió a los países ricos que tiren de la locomotora europea.