En su empeño por desmarcarse de cualquier responsabilidad sobre la situación que atraviesa Novacaixagalicia -fruto de una fusión de cajas gallegas impulsada por la Xunta-, el director general de Política Financiera, Manuel Galdo, ofreció en su comparecencia del pasado miércoles en el Parlamento gallego una batería de argumentos -desde la convulsa coyuntura económica mundial a la aguda crisis española- que condujeron a rubricar "el acta de defunción" de la flamante caja única, cuya vida apenas se prolongó durante un año. Hoy la entidad que diseñó el presidente Núñez Feijóo y la conselleira Fernández Currás se ha convertido en un banco intervenido, que apenas cuenta con un 7% de participación de Novacaixagalicia y que necesita una inyección millonaria de capital privado para evitar su desintegración.

Su intervención, para intentar justificar el resultado de la fallida operación, fue un cúmulo de acusaciones y reproches a terceros, fundamentalmente al Banco de España y al Ministerio de Economía. A este último, Galdo le responsabilizó de un decreto de reforma de las cajas que imponía un notable incremento en el capital para dotar de mayor solvencia a las entidades.

Sin embargo, Manuel Galdo olvidó decir que el Partido Popular no se opuso a ese decreto en la votación del Congreso. La formación política de Rajoy, Feijóo y Currás criticó el texto pero finalmente no lo rechazó, sino que se abstuvo. El diputado del Bloque Henríquez se lo recordó, pero Galdo quiso enmendar su amnesia selectiva calificando la abstención de su partido y el principal de la oposición de "irrelevante".