"El resumen es muy sencillo", contaban ayer desde una de las entidades gallegas. "Con la exposición a la deuda, sin contar las provisiones genéricas y un capital del 9%, suspenden todas los bancos españoles". Lo que ahora queda saber es si la EBA asumirá un plan de recapitalización centrado solo en los grandes, los "sistémicos", como propone Bruselas. Si además en España se acata la medida sin matices, a la vista de las dudas que no acaban de despejarse sobre el sistema financiero del país. Porque, ¿qué sentido puede tener una doble vara de medir y que solo los gigantes del sector se nutran de fondos? El camino a esa nueva oleada de fusiones aparece a la vuelta de la esquina. Las entidades españolas contienen la respiración, después de la vuelta de tuerca que supuso ya el decreto de solvencia español.

"Después de todo lo que ha pasado, ¿quién se atreve a decir que esta vez los test de estrés son fiables?", recuerda un alto cargo del sector. Una referencia clara a lo ocurrido con Dexia -el banco francobelga las aprobó y solo tres meses después va a ser troceado y nacionalizado por ambos países al 100%- y con las sombras que arrojaron las pruebas también el pasado año y el buen lugar en el que quedaron las entidades irlandesas que luego provocaron la quiebra de su país. Barroso hablaba ayer de "total transparencia" y los mercados aplaudieron lo poco que se sabe del plan de recapitalización. El Ibex subió más de un 2% y superó la barrera de los 9.000 puntos. Pero a la vista del comportamiento de los inversores estos tres últimos años, la verdad es que en cualquier momento pueden dar la espalda a la medida.

Precisamente en los inversores está uno de los ojos del huracán que se avecina. Europa quiere poner coto al temor sobre la estabilidad de las cuentas de las entidades financieras y habla abiertamente de que existe un problema por la exposición a la deuda, y, a la vez espera que los fondos necesarios para cubrirlos vengan del mercado. "¿Quién confía cuando las autoridades lanzan una alerta?", cuestiona un alto cargo del sector en Galicia. En esa situación, además -independientemente de que las entidades pequeñas puedan finalmente evitar la vuelta de tuercas en su capital-, están las cajas nacionalizadas en España para cumplir el decreto de solvencia de Economía. NCG Banco recibió esta misma semana los casi 2.500 millones de euros que necesitaba y su nueva cúpula, con José María Castellano al frente, espera que en diciembre los fondos con los que negocia asuman entre 500 y 700 de esos millones para iniciar la privatización.

Pero es que a esa cantidad hay que añadir los 1.166 millones que Novacaixagalicia recibió durante la integración y que hay que devolver a un interés que supera el 8%. Los dividendos a la segunda aportación, ya en acciones, está por encima del 12%. ¿Podría NCG Banco agarrarse a otro préstamo público si el plan de recapitalización europeo se traslada a todo el sector? Todo apunta a que no.

Ante este panorama, y aunque eso no ocurra y las imposiciones de más recursos se ciñan a los grandes, prácticamente no hay duda de que cualquier intento de recortar el capital principal en NCG Banco para elevar la presencia de la caja en su accionariado -y garantizar la obra social con los respectivos dividendos- es inviable. Desde la Xunta mantenían hasta hace unos días que el 6,7% actual de representación se incrementaría hasta un 15% cuando Castellano deje un 20% del accionariado en manos privadas y, por lo tanto, lo obligado sería cumplir un 8% de solvencia y no un 10%, según la normativa de economía. En el entorno de la dirección de la entidad ya daban por hecho que eso era imposible.