Una de las industrias más puntera desde el punto de vista de la investigación y del valor añadido también ha comenzado a sufrir los embates de la crisis con una intensidad preocupante. Los ajustes económicos y los recortes en la inversión por parte de la Administración en los años 2008 y 2010, con caídas del 14 y el 36 % no hacen presagiar nada bueno para el próximo ejercicio en la participación española dentro de la Agencia Espacial Europea (ESA), de la que es socio fundador desde 1975. Esta participación es, precisamente, la que ha permitido desarrollar una industria espacial española en línea con las más punteras de Europa, e incluso del mundo.

El tejido industrial que se ha ido formando durante estos años a la sombra de la ESA ha conseguido incorporar a 3.262 trabajadores, la mayoría de una alta cualificación -2.264 licenciados, ingenieros y directivos y 748 técnicos- y facturar 730 millones de euros en productos de alta tecnología. Según la patronal del sector Pro Espacio, el retorno económico de las inversiones en esta industria "tiene un efecto multiplicador", ya que por cada euro invertido se generan actividades tecnológicas multiplicadas por un factor del tres; actividades económicas en aplicaciones del espacio multiplicadas por un factor 18 y las tecnológicas, que se multiplican por un factor 55, al transferirse a otros sectores de actividad.

Para esta industria, el apoyo de la Administración es fundamental, según reconoce el presidente de Pro Espacio, Antonio Cuadrado, al tratarse de un mercado que "exige una innovación permanente" en sus productos, y para alcanzarla "es básica la colaboración con los gobiernos y las instituciones". De hecho, reconoce la importancia del papel que juega la Agencia Espacial Europea, a la hora de establecer "un marco estable en el que se desarrollan las estrategias y se aúnan los esfuerzos de todos los países interesados" en estos proyectos.

El responsable de Pro Espacio reconoce que sin ese apoyo la industria espacial se vería comprometida. "Vivir exclusivamente de los mercados ajenos a los proyectos de la ESA complicaría la supervivencia del sector", reconoció Cuadrado. No obstante, ese mercado ajeno a la Agencia Espacial Europea existe y de hecho, representa una parte muy importante del negocio de las empresas, ya que de los más de 700 millones facturados por la firmas integradas en Pro Espacio en 2010, cerca de 300 corresponden a operadores de telecomunicaciones y a proveedores de servicios.

Proyectos espaciales

También se colabora en proyectos espaciales fuera del ámbito de la ESA. Algunas de las empresas trabajan en proyectos desarrollados por la NASA, como el denominado Curiosity, una misión que pretende buscar y conseguir pistas sobre la superficie de Marte miles de millones atrás mediante evaluaciones medioambientales. Una de las herramientas más importantes de la misión es el vehículo denominado Rover , básico para la obtención y análisis de muestras. La instrumentación principal con que cuenta ha sido desarrollada por empresas españolas.

Otra de los proyectos a los que ha fiado su futuro la industria espacial española es el de los satélites Ingenio y Paz, que teóricamente deberán estar operativos el próximo año. El acuerdo, firmado entre los ministerios de Defensa e Industria en 2007, pretende convertir a los equipos en puntos de observación para la defensa nacional o la evaluación de catástrofes, entre otras muchas aplicaciones, lo que convierte a España en el primer país europeo con un sistema dual de observación, óptico y de radar, que compartirían un uso civil y militar.

Satélites de observación

En el caso concreto del satélite Paz, cuyo coste se ha situado en los 160 millones de euros -incluido lanzamiento-, salvo la plataforma, desarrollada en Alemania, toda la parte instrumental será desarrollada y fabricada por doce empresas españolas, entre ellas EADS-Casa Espacio, que es la contratista principal, aunque la propietaria es la empresa pública de servicios Hisdesat.

El satélite Ingenio, por su parte, está presupuestado en 190 millones de euros. Será gestionado por el Centro para el Desarrollo Tecnológico e Industrial (CDTI), dependiente del ministerio de Industria y se destinará a usos civiles. La participación de las empresas españolas está siendo crucial. En el día de la firma del convenio, en 2007, ya lo advirtió el entonces ministro de Industria, Joan Clos, que dijo que con esta aportación, aumentará la contribución española al programa europeo Global Monitoring Enviromental and Security (GMES).

Antonio Cuadrado valora la participación de la industria española en estos dos proyectos, que están contribuyendo a prepararla para lo que va a venir en el futuro y que además abre una ventana a una colaboración más allá de que los satélites estén orbitando. "Estos equipos tienen una vida limitada que oscila entre los cinco y los siete años, lo que nos obliga a estar permanentemente investigando para preparar la siguiente generación".

No obstante, la mayoría de estos proyectos impulsados desde la Administración podrían encontrar serias dificultades por los recortes económicos, que están alcanzando a todos los sectores y que podrían intensificarse en caso de que la situación económica no consiga recuperarse. De momento, las señales no son buenas y varias instituciones internacionales -entre ellas el propio Fondo Monetario Internacional (FMI)- advierten sobre un 2012 con serio riesgo de recesión económica.

Error

Sin embargo, desde la patronal de las empresas vinculadas al espacio se insiste en que abandonar un sector que "es el paradigma del modelo económico que busca cualquier administración, con plantillas altamente especializadas y una industria que ejerce de tractor de otros sectores, es un error. No hablamos de presupuestos brutales, sino de mantener estrategias y compromisos".