Europa y el euro afrontan otra semana crucial. España también. Mañana el consejo de gobierno del BCE debería decidir si interviene o no en el mercado secundario de deuda soberana para comprar bonos de España e Italia. Y para el próximo miércoles se espera el fallo del Tribunal Constitucional (TC) alemán que debe resolver si el Pacto Fiscal europeo y la creación del mecanismo europeo de estabilidad de carácter permanente (MEDE) vulneran o no la carta magna germana.

Son dos escollos capitales aunque no los únicos ni los definitivos en la tortuosa reconstrucción del área monetaria para superar las carencias, debilidades e insuficiencias que la crisis ha puesto de manifiesto en una unión que se ha demostrado imperfecta y anómala.

La compra de bonos nacionales por el BCE no forma parte del rediseño estructural del euro, pero es un parche momentáneo y transitorio que están urgiendo España e Italia en la convicción de que no podrían seguir soportando por mucho tiempo la presión de los mercados.

Pero el consejo del BCE no va a dilucidar mañana si España e Italia precisan ayuda por su delicada situación fiscal. Esto nadie lo discute y además es una cuestión ajena por completo a la agenda de un banco central. Por ello tampoco se va a dirimir en el consejo del eurobanco si el BCE puede y debe acudir en socorro de las haciendas nacionales porque se trataría de una pretensión fuera de lugar. De hecho, nadie en Europa, salvo el Gobierno de Rajoy, lo ha verbalizado en esos términos. Ni tan siquiera Italia, que lo desea y precisa casi tanto como España.

Lo que se va a debatir es un planteamiento de mucha mayor sutileza. Se trata -a sabiendas de que España e Italia no pueden seguir solas frente a los mercados y de que su desamparo amenaza con arrastrar al euro- de determinar si hay razones de estricta índole monetaria (la única competencia que tiene atribuida el BCE) que exijan o aconsejen al banco emisor actuar en el mercado secundario de bonos para garantizar, no el salvamento de España e Italia, sino la correcta transmisión sin obstrucciones al conjunto del área de los designios monetario del eurobanco. Éste, y no otro, será el debate que habrá mañana en Francfort. Será un análisis monetario de ámbito europeo, y no de política fiscal en España e Italia, lo que al final decidirá si el BCE, de forma indirecta a través de compras en el mercado secundario de deuda soberana, acude en auxilio de los dos mayores países del sur, una función por la que sí le competería velar al inexistente Tesoro único europeo.

De ahí que la ayuda a España e Italia para que puedan financiarse a costes asumibles será una cuestión nominalmente ausente del encuentro de mañana, por más que tácitamente sí estará latente. Si se decidiera reanudar los programas de compra de bonos, el efecto benéfico para España e Italia será, a juicio del BCE, una consecuencia colateral y no un objetivo premeditado. Sólo así el presidente del BCE, Mario Draghi, podrá conseguir el apoyo de Alemania y sus aliados.

En el caso del MEDE, que debiera haber entrado en servicio en julio para sustituir al provisional FEEF, la decisión del TC alemán será trascendental. Y para España, decisiva. El MEDE tendrá más recursos que el FEEF para crear cortafuegos a la propagación del pánico soberano. Y además permitiría que la ayuda europea de 100.000 millones al sistema bancario español no compute como deuda pública nacional. El problema para España es que tanto el MEDE -que sí podrá intervenir en el mercado primario de deuda, acudiendo a las subastas- como el BCE impondrán condiciones por la compra de bonos. Lo dijo Merkel el 29 de junio: "No habrá prestaciones sin contraprestaciones". Por eso España e Italia, que el 28 de junio entraron en el Consejo Europeo exigiendo la urgente e inaplazable compra de bonos de sus países por la UE, abandonaron la cumbre al día siguiente desmintiéndose: de momento, dijeron, no lo precisaban.

Ahí arrancó la presión verbal del Gobierno español para que la compra la hiciese el BCE confiando en eludir así las contrapartidas. Pero para lograr la anuencia del Bundesbank a sus planes de socorro a España e Italia, Draghi dijo anteayer que el BCE también las exigirá. Rajoy repite que pedirá o no el rescate según sean las condiciones. Pero España no tiene tiempo. En octubre le vencen 29.000 millones.