José Ignacio Sánchez Galán (Salamanca, 1950), ingeniero industrial y presidente de la compañía energética Iberdrola, forma parte del grupo de reflexión Consejo Empresarial de la Competitividad, impulsado por quince de las mayores compañías del país.

-¿Cómo percibe la marcha económica del país?

-Los datos del tercer trimestre ya apuntan un crecimiento y, a partir de ahí, comenzaremos la senda de la recuperación. Hay un cambio de tendencia hacia arriba. El elemento esencial del país es la existencia de una clase empresarial que había sido capaz de crear unas empresas e industrias competitivas, pero que por la existencia de suficiente mercado interior no se habían internacionalizado en todas sus posibilidades. Ahora estamos vendiendo mucho más en el exterior, y no sólo en la UE, sino también, con un crecimiento exponencial, en los países emergentes. Esto ha hecho que nuestra balanza de pagos sea ya positiva y que nuestro nivel de apalancamiento se reduzca.

-¿Ha mejorado la competitividad con las reformas?

-La reforma laboral y, sobre todo, la mayor flexibilidad laboral, nos ha hecho más competitivos en costes salariales, y esto pese a que tenemos que asumir mayores dificultades crediticias y costes financieros que otros países.

-¿Será suficiente para remontar?

-El 15% de nuestro PIB estaba ligado a la construcción, que empleaba a mucha gente pero de baja cualificación y que generaba un valor añadido escaso. Ahora el sector de la construcción y el inmobiliario ya están en el 5% del PIB, que es mucho más razonable. Por esta razón el aumento del PIB que necesitaremos para crear empleo va a ser menor que antes, porque hemos pasado a depender más de empresas con mayor componente tecnológico. Y el efecto ya lo estamos viendo. Con menos se hace más. Ahora destruyen empleo, sobre todo, las administraciones públicas.

-¿Mejora la percepción de España en el exterior?

-Estos factores, junto con el control de las cuentas públicas y del gasto de las administraciones, han cambiado la percepción de España en el extranjero respecto a la que había hace dos meses. Se evitó la intervención, y hoy la prima de riesgo está en una posición más cómoda que el año pasado. La banca también está en una situación mucho más razonable. El cambio de percepción explica que los capitales vuelvan a fluir hacia España.

-¿Estamos en el final de la crisis económica?

-No, esto no significa que haya terminado la crisis. Sí ha terminado la recesión, pero en España seguimos en crisis. Hay que seguir mejorando la productividad, aumentando la internacionalización de las empresas y potenciando la innovación, el desarrollo y la investigación para seguir cambiando el modelo productivo e integrar a los jóvenes en el mercado laboral.

-¿Estamos ante una salida lenta de la crisis?

-Va a depender de lo activos y rápidos que seamos y de cuándo vayamos a ser capaces de reactivar la demanda interna. Hay cosas que se han hecho bien; otras, como la reforma laboral, que no son todo lo perfectas que se necesita, y ahora está en curso la reforma de la Administración, que va a dar resultados, aunque no sea fácil. Se trata de prestar los mismos servicios públicos pero con menores costes.

-¿Por qué el sector eléctrico no está satisfecho con la reforma que se ha aprobado?

-En España y la UE se cometieron errores de planificación muy serios. Se hizo política con la energía en vez de política energética. Como consecuencia de ello, más del 50% de los costes que incluye la factura de la energía nada tiene que ver ni con la producción ni con la distribución, sino con decisiones políticas. En esa parte de la factura se cargan impuestos, primas (las mayores son a energías inmaduras como las solares) y otras subvenciones. Estos costes, ajenos al suministro, suponen el 53% del precio final. Los costes reales del suministro son el 44% de lo que paga el cliente: el 29% son costes de generación y el 15%, de transporte y distribución.

-¿No es bueno que un país con muchas horas de sol como España aproveche esa energía renovable?

-En energía solar será bueno invertir, pero no antes de que esas tecnologías tengan una madurez razonable, porque sólo la prima a esta fuente de energía supone el 8,5% del precio final. La energía solar es siete veces más cara que las fuentes tradicionales. Supone el 20% del coste total para producir sólo el 5% de la energía. Y esto ocurre mientras hay instalaciones, como los ciclos combinados, que son más eficientes y que están paradas. No nos podemos permitir el lujo de pagar 400 euros por megavatio cuando tenemos instalaciones de energías tradicionales que producen a 50 euros el megavatio. Hay que cerrar lo caro para que funcione lo barato y compensar a los que han invertido en instalaciones solares como hizo en su día el Gobierno de Felipe González con la moratoria nuclear. En el caso de la solar no se necesitaría ni recurrir a la titulización, porque son instalaciones financiadas por la banca y que, por lo tanto, ya están en manos de los bancos. Hay que negociar con ellos y ampliar el pago a largo plazo.

-El Gobierno dice que este año acabará con el déficit de tarifa.

-El modelo no acaba con el déficit. Y no va a evitar la litigiosidad y los recursos legales. A las compañías eléctricas tradicionales, que, a diferencia de otras, tenemos la obligación de prestar el servicio público básico que supone el suministro de energía, nos va a colocar en una situación complicada. De hecho, nosotros ya hemos tenido que optar por bajar el pago de dividendos, y esto va a afectar a 500.000 accionistas y familias. Por este camino no vamos a salir del agujero.