Las sociedades de inversión de capital variable (sicav) son el mecanismo preferido de las grandes fortunas para la gestión de su patrimonio personal. Pagan un 1% de impuesto de sociedades, lejos del 20,5% que desembolsan las pequeñas y medianas empresas (pymes) de media en este mismo concepto, según los datos de la Agencia Tributaria. La mayor parte de ellas están gestionadas por bancos de inversión con sede en Madrid, y es ahí donde pagan los impuestos por sus sicav fortunas como Alicia Koplowitz, o los gallegos Manuel Jove, su hija Felipa Jove o José María Fernández de Sousa-Faro.

En 2008, de acuerdo a la información recopilada por el fisco, en Galicia había domiciliadas 29 sicav. A cierre de 2011, último ejercicio analizado por Hacienda, solo quedaban ocho. En los registros de la CNMV, en 2013, aparecen tres gallegas: dos con sede en A Coruña y una en Vigo.

En 2008 las 29 sicav con sede en la comunidad tenían un patrimonio atribuido a sus partícipes o accionistas de 32,3 millones de euros. Eran sociedades más pequeñas que las contabilizadas en 2011, cuando la fortuna de sus propietarios superaba los 167 millones de euros, y el pasivo era de apenas 2,1 millones. En ese periodo, el patrimonio de estas sociedades gallegas casi se quintuplicó. Actualmente, al cierre del tercer trimestre de 2013, el patrimonio que suman las tres que sobreviven en Galicia asciende a 14,2 millones, un 56% menos que en 2008.

En A Coruña hay dos sicav domiciliadas, que pagan en la ciudad herculina el 1% de impuesto por sociedades. Una de ellas es Nigoy Inversiones, presidida por Manuel Fontenla Ramil, hermano del expresidente de la patronal gallega, y aún máximo representante de los empresarios coruñeses, Antonio Fontenla. Gestionada por Grupo Degroof, tiene un patrimonio (hasta el 30 de septiembre) de 2,44 millones de euros.

La otra sociedad coruñesa de inversión variable es Rumbo 1717. Está presidida por Francisco Botas, consejero delegado del Banco Etcheverría, que tendrá el mismo cargo cuando la entidad se fusione con Novagalicia. Está administrada por su banco y gestiona un patrimonio de 7,242 millones de euros. Entre enero y septiembre incrementó su volumen de manera considerable, más de un 50%, ya que a cierre de 2012 el capital que movía no llegaba a los 4,8 millones de euros. Tiene 182 accionistas. En la cartera de inversiones de Rumbo 1717 destaca su apuesta por la deuda pública, cuya rentabilidad se incrementó de forma exponencial a raíz de la crisis que llegó a elevar la prima de riesgo por encima de los 600 puntos básicos. Francisco Botas invierte en emisiones de la Xunta de Galicia, de la Comunidad de Madrid o La Rioja.

La única sicav con sede en Vigo, al menos en los registros del supervisor bursátil, es Privaclar, presidida por Iván Prieto y administrada por Gesiuris Asset Management. A cierre del tercer trimestre de este año gestionaba un patrimonio de 4,58 millones de euros, algo inferior al que tenía a cierre del año 2012 (4,8 millones). Para constituir una sicav es preciso desembolsar un capital social de 2,4 millones de euros y contar con al menos cien accionistas. Sus propietarios cuentan con personas de paja, normalmente, para completar este cupo. Los Fontenla invierten a partes iguales en España y el exterior y su sicav cuenta con 134 socios.

Las sicav han sido largamente criticadas por su exigua presión fiscal. Sus propietarios no tienen que retirar el dinero invertido en ningún plazo fijado, de modo que el patrimonio gestionado por estas sociedades puede tributar al 1% de manera indeterminada hasta que el dueño decida retirarlo. Cuando se retira el capital, el accionista paga en torno a un 27% en impuestos, como cualquier ciudadano, por rendimientos de capital.

En Galicia están algunas de las mayores fortunas de España y el mundo, pero sus sicav están fuera. Es el caso de Soandres de Activos, fundada por la fallecida Rosalía Mera. Gestiona un patrimonio de 366,3 millones de euros (desde la calle José Ortega y Gasset de Madrid). La sicav de Felipa Jove (presidenta de la Fundación María José Jove) tiene un patrimonio de 148,2 millones de euros. El tercer hombre más rico del mundo, Amancio Ortega, liquidó sus sociedades Alazán y Keblar para centrarse en sus negocios inmobiliarios a través del holding familiar Pontegadea. Su última y mayor operación fue la compra del edificio Devonshire House (Londres) por cerca de 480 millones de euros.