El 24 de abril de 2007 fue el principio del fin de la burbuja del ladrillo que en los últimos años había regado de millones al sector e impulsado aquel famoso lema del "milagro español" entre los economistas de medio mundo. Una de esas jornadas negras en el mercado bursátil, derrumbado por los números rojos de absolutamente todas las inmobiliarias, que arrastraron en su deriva a la banca por el efecto contagio y el pánico de los inversores. Astroc añadió un recorte del 9,48% adicional a los desplomes de vértigo acumulados desde el 27 de febrero hasta sumar una caída total del 78%.

En apenas 11 meses desde su estreno en el parqué, el grupo presidido por Enrique Bañuelos aclaraba la ensoñación creada alrededor de su negocio y su fundador veía como casi de la noche a la mañana desaparecía buena parte de la fortuna que lo había colocado en la conocida lista Forbes con los principales multimillonarios del mundo. Aquel día empezó a escribirse también el epílogo de Astroc, la gran referencia del espejismo de la construcción en España, y de su gran aliada, Caixa Galicia, seriamente tocada por su desmedido crecimiento, falta de control y las aventuras de extremo riesgo que, como el caso de las inversiones en la inmobiliaria de Bañuelos, dejaron la entidad herida de muerte.

Esa alianza empresarial está ahora en manos de la Fiscalía. De las nueve operaciones "irregulares" detectadas por el FROB en las antiguas cajas gallegas, es de momento la de mayor envergadura. Unos 300 millones de euros de quebranto a la entidad de los 810 millones en los que los auditores forensic contratados para estudiar los casos estiman el perjuicio de los expedientes remitidos a los juzgados. De momento. Porque el FROB sigue analizando documentos, pero probablemente de todas las posibles operaciones polémicas ninguna pueda igualar las suspicacias que genera esta por la estrecha relación, indisimulada, entre la familia Méndez y Bañuelos.

A ambos les unían los orígenes -Astroc es levantina, como la mujer del exdirector general de Caixa Galicia- y, sobre todo, la fiebre del ladrillo. La expansión por el Mediterráneo, la joya de la corona de la inmobiliaria de Bañuelos, fue una de las claves del hundimiento de la caja, que ya antes de que saliera a Bolsa financiaba a Astroc. Con el salto al mercado el 24 de mayo de 2006 -a 6,4 euros la acción-, Caixa Galicia pasa a ser uno de los socios de referencia. Ligeramente por encima del 5% del capital. La misma participación que ostentó Amancio Ortega, dueño de Inditex, que entró en contacto con Enrique Bañuelos después de que José Luis Méndez los presentara en el complejo hípico Casas Novas del fundador de Inditex.

Precisamente los rumores de la posible salida de Ortega del accionariado, junto con el informe de auditoría que reveló que el 65% de la facturación de Astroc en 2006 venía de la compra de inmuebles por parte del mismo Bañuelos, derivaron en el crash bursátil de la compañía a finales de febrero de 2007. En tres días se desplomó un 38%.

Una de las principales víctimas del estropicio en Bolsa es Caixa Galicia. La entidad había vendido en octubre del ejercicio anterior un 1% de su paquete por 28,4 millones de euros. En una entrevista publicada por este diario con José Luis Méndez Pascual, consejero delegado de la corporación industrial, el primogénito de Méndez aseguraba que la desinversión en Astroc, al igual que la de Ebro Puleva, se habían reorientado hacia el sector energético. Pero lo cierto es que solo se había vuelto a gastar parte de lo recaudado en Ebro. "Seguiremos apostando por el sector energético", insistía ante el matiz. A principios de enero, tan solo dos meses y medio después, Caixa Galicia adquirió otra vez un 1% de Astroc. Aunque entonces el coste se disparó a 43,725 millones de euros, lo que le obliga a desembolsar 15,3 millones de euros más de lo que logró con la venta de octubre. Como representante de ese 5%, en el consejo de administración de Astroc se sentaba Yago Méndez Pascual. El hijo mediano de Méndez era además miembro del comité de auditoría. La historia de despachos compartidos entre los dos se prolongó mucho más allá de la postAstroc.

Bañuelos abandonó en mayo de 2007 una firma que ha logrado sobrevivir con fusiones internas y dos cambios de nombre, rebautizada hoy como Quabit. El empresario se fue a Brasil, donde llegaron a presentarlo mediáticamente como "el Donald Trump español". Sus intentos de crear un gran grupo a caballo entre la agricultura y el ladrillo fracasaron y, a su vuelta a España a mediados de 2012, el holding financiero fundado en Reino Unido, Veremonte, desembarca en la tecnológica Amper donde compra el 28% del capital. En ella coloca como consejero delegado a Yago Méndez, del que también tiró para el cuadro directivo de Veremonte.

Hasta que el pasado 1 de junio, Bañuelos se deshace del paquete en Amper. El día 2, Yago Méndez presenta su dimisión. El próximo 30 de este mes vence el enésimo plazo en la prórroga que los nuevos gestores de la tecnologócia lograron con sus acreedores para refinanciar la deuda -más de 400 millones- de unas cuentas que el pasado 2013 cerraron con pérdidas de 78,3 millones de euros.

Tras conocerse la investigación por parte del FROB de los créditos entre Caixa Galicia y la vieja Astroc y que los 12 préstamos eran una de las operaciones remitidas a la Fiscalía ante un quebranto estimado de 300 millones de euros, Enrique Bañuelos se apresuró a desmentir que él hubiera provocado el agujero a la entidad financiera. Como publicó ayer este periódico, el empresario sostiene que son "infamias y gravísimas acusaciones carentes de la más mínima veracidad", que solo persiguen "el daño reputacional" hacia su persona y por eso amenaza con denunciar cualquier información que le responsabilice.

Pero Bañuelos sí reconoce dos cosas. Que su sociedad CV Capital llegó a recibir, al margen de Astroc, financiación por parte de Caixa Galicia. "Íntegramente pagado el 8 de febrero de 2010", asegura. Sin detallar a cuánto ascendía. Y, segunda cosa, que entre la entidad y Astroc había "relaciones" al margen de la participación directa en el accionariado. El fundador de la inmobiliaria se desmarca porque se fue en 2007.

¿A cuánto ascienden los créditos? Es una incógnita. Novacaixagalicia primero y Novagalicia, después, fueron diluyendo su paquete en la compañía heredera, Quabit, hasta su venta total, con lo que ésta no está obligada a desvelar las deudas que les unen. A cierre de 2011, superaban los 176,1 millones. En 2012, más de 78 millones.