El eco mediático de la coruñesa Rosalía Mera, cofundadora con Amancio Ortega de Zara, germen del imperio Inditex, retorna año y medio después de su inesperada muerte en la biografía Rosalía Mera. El hilo suelto, publicada por el periodista Xavier R. Blanco en La esfera de los libros. La aproximación de Blanco al personaje de Rosalía Mera, la mujer más rica de España hasta su muerte desde la multimillonaria irrupción de Inditex en la Bolsa en 2001, pretende ser el retrato definitivo de un conmovedor cuento de hadas que se tuerce con el drama de su segundo hijo y la separación de Amancio Ortega, bajo el que asoman espectros de actuaciones u omisiones de una mujer poderosa con una insospechada conciencia social y política.

Esta biografía advierte en su solapa que Rosalía Mera "hablaba poco pero decía mucho". El libro no se basa en confidencias directas. Lo mucho que "decía" se deduce de un periplo periodístico que compendia todo lo publicado acerca de Rosalía Mera, en medios de comunicación y libros, y de opiniones de personas vinculadas a su infancia y a las actividades de su mecenazgo social en la Fundación Paideia o cercanas a la puesta en marcha de sucesivas firmas textiles que desembocarán en el éxito de Zara e Inditex.

Los capítulos sobre la adolescencia de Rosalía Mera en el modesto barrio del Matadero, sus primeros años de trabajo en la tienda de moda La Maja en San Andrés, donde coincide con los hermanos Ortega, Antonio y Amancio, con el que se casará y compartirá un sueño empresarial que asombrará al mundo difieren poco del perfil canónico que ofrecieron en general los medios de comunicación tras su repentino fallecimiento, si bien está enriquecido con anécdotas. Como su noviazgo con un militar que "acabó de general de división", frustrado porque "los padres querían para el hijo una mujer de alta alcurnia".

Por sus páginas desfilan testimonios que apuntalan la leyenda de una atractiva muchacha de Monte Alto, Rosi, modesta pero orgullosa, que aprende de su madre, que regentaba una carnicería sin saber de números ni de letras, a no resignarse a un destino que en su barrio se limitaba a ser empleada del Matadero municipal. La fragua de un corazón de Monte Alto que nunca dejará de latir en el apellido de Wall Street.

El capítulo en el que se fijaría alguien como Ana Rosa Quintana, por ejemplo, se titula Una máquina de romper matrimonios. La frase tiene menos morbo del que parece. La pronunció supuestamente Amancio Ortega en una reunión de amigos en alusión al trabajo absorbente en los inicios de Zara a mediados de los 70 -que iba a llamarse Zorba pero no lo permitió el Registro- tras poner en marcha las marcas GOA, Samlor, Noite y Fíos, que apenas dejaba margen para la vida familiar. Cuando Ortega viajaba incansablemente con Rodríguez Cebrián y Pablo del Bado en un Citroen CX a la búsqueda de clientes. "En un solo año se hicieron dos millones de kilómetros".

"El amor entre Amancio y Rosi siguió creciendo mientras ella se mantuvo en primera línea del negocio" y "comenzó a desgastarse" cuando dio un paso atrás con el nacimiento del segundo hijo de la pareja, Marcos, que llega en 1971 con una severa discapacidad psíquica, apunta Blanco. La tesis ya fue sostenida por la escritora Cecilia Monllor en Zarópolis. La historia secreta de un imperio de moda.

"Ortega reacciona entregándose todavía más a la fábrica; Rosi comienza a buscar respuestas personales. La idea de dejar el tajo bullía en la cabeza desde hacía tiempo, pero precipita la decisión de pasar del día a día en el taller y comenzar a ver desde la distancia como una idea de negocio que comenzó en casa de su cuñada Primi confeccionando un saquito para llevar tapados los bebés va camino de hacerse mayor", asegura Xavier R. Blanco.

Javier Barral, amigo desde la etapa de La Maja y diseñador de Adolfo Domínguez, cuenta a Blanco una experiencia reveladora en la oferta que Amancio Ortega le hizo para incorporarse al equipo de Zara: "Me explicó que en su ideario lo primero era el trabajo, incluso antes que la familia. Yo era una persona entregada al trabajo, pero el comentario hizo que lo pensase y rechacé su propuesta. Con el paso del tiempo llegué a la conclusión de que utilizó la empresa como refugio para soportar la mala suerte del hijo".

Rosalía, en el otro polo, se sumerge en una ardua búsqueda de identidad. Estudia Magisterio y descubre con insólita pasión el psicoanálisis, al que se sometería durante años. Un nuevo universo personal del que surgirá la idea de la Fundación Paideia. "Rosalía acabará perteneciendo al Círculo Lacaniano de Galicia, fundado por el argentino Óscar Masotta", que desde Barcelona "acude una vez al mes para atender a sus pacientes en un chalé de Vigo que albergaba la Clínica Menela, siguiendo el inflexible axioma de que no te curas si no pagas". "El director de la clínica, Cipriano Jiménez, estaba casado con una hija de los Fernández de Sousa-Faro, fundadores de Pescanova y la pareja también había pasado por el trance doloroso de tener una hija con autismo", señala la biografía.

"El matrimonio se descose sin que Rosalía sea capaz de percibir que un punto está suelto. A Josefa, que conoce a la perfección cada mueca de su hermano pequeño, no se le pueden escapar las miradas cómplices que cruza con Flori en el departamento de corte. No es normal, porque nunca ha tenido un desliz, y eso que todas las empleadas estaban locamente enamoradas de Amancio", cuenta una veterana empleada de Inditex al autor.

El 10 de enero de 1984 nace Marta Ortega Pérez en Vigo, donde Flora Pérez Marcote dirige entonces Zara. "Rosalía fue la última en saberlo y es normal que el trato con Amancio acabase siendo inexistente por la mala manera con la terminó su matrimonio, pero el amor es así y Flora y Amancio siguen enamorados como si fueran unos adolescentes", reflexiona Javier Cañás Caramelo en el libro.

Rosalía Mera se construye tras la ruptura matrimonial un atractivo personaje cuyas afiladas reflexiones sociales y políticas saltarán a menudo a las primeras planas, en las que se acuña una impronta de millonaria rebelde. Ese perfil mediático se consolida con sendas entrevistas concedidas a Iñaki Gabilondo y al escritor Suso de Toro, entonces en la cresta de la ola por su controvertida biografía de Zapatero, a quien Rosalía confiesa que es "una desclasada". Y llega a su clímax con un sonado rapapolvos a Gallardón por su antipopular ley del aborto. "Creo recordar que ella me llama y me dice que quiere la entrevista" -dice Suso de Toro a Blanco-. "Hay que tener en cuenta que Amancio Ortega se vio ante la salida a Bolsa en la tesitura de salir del anonimato y dejarse ver. Tuvo que afrontar una decisión. Rosalía también decide entonces reivindicar su existencia, quiere contar al mundo que formó parte de esa historia. Me parecen inteligentes los dos al comprender la trascendencia de transformarse en figuras públicas", añade el escritor.

Esa nueva Rosalía arrastra una leyenda que roza el activismo político en unos años muy agitados en Galicia por el desastre ecológico del Prestige que abrirá las puertas de la Xunta a socialistas y nacionalistas tras largos años de dinastía fraguista en San Caetano.

Las banderas de Nunca Máis en la sede de Paidea que muestran los medios madrileños, la asistencia de su hija Sandra y su yerno Pablo Gómez a una manifestación y la complicidad personal de Mera con estandartes del movimiento como Manuel Rivas alimentan la teoría de que la millonaria roja estaría financiando la contestación que jubilará a Fraga.

El exvicepresidente durante el bipartito, el nacionalista Anxo Quintana, lo desmiente en el libro: "Se dijo que había apoyado, pero me da la impresión de que Nunca Máis nunca tuvo mucho dinero. Rosalía me pareció educada y correcta, pero más distante que Amancio Ortega, con el que se hace muy fácil el trato e incluso resulta entrañable".

"La vincularon con el BNG por abrazar la bandera de Nunca Máis contra el PP, pero fue de las primeras en advertir que el Gobierno bipartito tardaba demasiado tiempo en tomar una decisión. Se puede decir que no hubo flechazo entre el joven político que encarnaba un nacionalismo amable y la empresaria comprometida", interpreta Blanco.

Es precisamente en este contexto de ambigua presencia en los aledaños del poder político en el que Rosalía Mera. El hilo suelto hilvana una de sus puntadas más afiladas. El libro sostiene que Mera prestó oídos a la iniciativa de editar un nuevo periódico, que le hace llegar Suso de Toro, crítico con un poder mediático gallego abrazado "al dinero público de la Administración." Llegado el momento de la verdad, "Rosalía decide bajarse", afirma Blanco, que apunta dos razones. Una, sostenida por De Toro, alude a la "advertencia" que un conocido periodista, entonces en la dirección de un importante medio gallego, hace llegar a Mera. La segunda, más pragmática, tiene que ver con el agujero financiero que Rosalía barruntaba en la aventura. "Su ilusión se diluyó como una pompa de jabón al hacer números".

La aversión a dilapidar dinero, pese a su inmensa fortuna, era otra de las claves del personaje. Lo encarna perfectamente el episodio en la autopista AG-55, que comunica A Coruña con Arteixo, cuando una furibunda Rosalía Mera baja de su Volkswagen Golf y se niega a pagar el peaje aprobado con nocturnidad y alevosía por el entonces conselleiro Cuíña.

Mera era mucho más visible y cercana en A Coruña de lo que cabría esperar de una persona tan inmensamente rica. Lo sabían bien en el popular mesón O Tanagra o la taberna Os Belés, que por cierto acaba de echar el cierre, donde solía cantar con el grupo Os Peteras, a los que aportó seis mil euros para editar un disco. Pero "cansada de que los corifeos sacasen vez en la barra para pedirle algo, en los últimos años decidió irse con la música a otra parte".

El productor de cine Pancho Casal recuerda en el libro cómo se la encontró un día en Paideia discutiendo como abaratar un presupuesto de doscientos euros de un proyecto para mujeres del rural: "Se regía por el principio de que todos tenemos el deber y la obligación de saber usar el dinero".

En el titánico afán por labrarse una identidad propia que habita la biografía de Rosalía Mera subyace también el desafío de medirse con Amancio Ortega, cuya gigantesca figura ensombrece la de otros compañeros de viaje en una aventura empresarial casi única en el mundo. ¿Puede haber deméritos en esa omnipresencia? Javier Cañás Caramelo responde a algo que no debió de ser una cuestión menor en las sesiones freudianas de Rosalía: "En un reloj, todas las piezas son importantes para que funcione, pero ¿quién le da cuerda? Ese es Amancio".

Rosalía Mera. El hilo suelto aborda al personaje desde todos los ángulos posibles, excepto uno en el que por alguna razón renuncia a plantearse una pregunta. ¿Selló para siempre esta fascinante mujer su vida sentimental tras la ruptura matrimonial con tantos años de vida plena por delante? Ese hilo aún queda sin hilvanar.