Galicia es la quinta comunidad de España en la que más empresas (un 6,78%) usan biotecnología, según un estudio del Instituto Nacional de Estadística sobre innovación de 2012. Y la sexta en distribución de empresas del sector, con un 5% de las que existen en España. Dentro de este sector se encuentran firmas muy conocidas en Galicia como el grupo farmacoquímico Zeltia o Hifas da Terra, especializada en innovación con setas; Galchimia -un laboratorio líder en España en Química Orgánica Sintética- y otras, como Amslab, otro laboratorio muy específico y especializado, que prácticamente acaba de nacer.

La Real Academia Española define la biotecnología como "el empleo de células vivas para la obtención y mejora de productos útiles, como los alimentos y los medicamentos y el estudio científico de estos métodos y sus aplicaciones". Pero bajo esa terminología hay un sector económico emergente que genera el 7,15% del Producto Interior Bruto (PIB) de España y que en Galicia, una comunidad en la que aún no existe ninguna industria farmacéutica como tal, factura 245 millones al año y da empleo a 1.400 profesionales de elevada cualificación.

Entre ellas está la coruñesa Centaury, especializada en terapias de uso veterinario; la química Galchimia o la firma de nanopartículas metálicas Nanogap. Es una actividad cada vez más diversa y transversal (toca diversos sectores) y tal vez por eso, la asociación que los agrupa decidió bautizarse Cluster Tecnolóxico Empresarial das Ciencias da Vida de Galicia (Bioga).

Como explica la presidenta de Bioga y consejera delegada de Galchimia, Carme Pampín, la mayoría de las empresas del sector en Galicia son pequeñas, nacieron en las universidades y están dirigidas por investigadores. De ahí que la mayor parte de los socios del clúster (23) sean de las proximidades de Santiago, aunque tengan presencia en A Coruña (10), Pontevedra (13), Ourense ( 5) y Lugo (3). Salvo el grupo farmacoquímico Zeltia y la multinacional Lonza -ambas grandes firmas con sede en O Porriño (Pontevedra)- la mayor parte de las empresas de Bioga tienen de 20 a 50 trabajadores, aunque también existe un grupo de firmas de reciente creación sin apenas plantilla.

Carme Pampín asegura que este sector tiene potencial de crecimiento en servicios de alto valor añadido, que casa a las mil maravillas con la cultura de la innovación, que desde hace unos años se ha colado en el discurso político y económico. Los argumentos de Pampín y de todos los protagonistas del sector fueron avalados recientemente por la Embajada Británica en España que se interesó por captar empresas gallegas dispuestas a abrir mercado en Reino Unido. Algunas, como Hifas da Terra, ya tienen allí su propia oficina. Nanogap la abrió en EEUU.

Galicia, según Pampín, tiene las características para que éste se convierta en uno de los sectores de futuro e impulse un nuevo modelo económico que escape del ladrillo y permita atraer y recuperar los cerebros fugados. "Es una industria que parte del conocimiento y aquí hay universidades con equipos de investigación muy profesionales. Hubo facilidades para el emprendimiento hace 15 o 20 años y empezaron a crearse empresas", relata.

Bioga lamenta, sin embargo, que el Gobierno central no haya dado "ni un solo paso" para cambiar ese modelo o impulsar la innovación, a lo que se une el exceso de burocracia para montar una empresa que en el caso de la biotecnología se ve agravada porque, por ejemplo, la clasificación de actividades económicas (CNAE) carece de una categoría que las defina. "Cuando nosotros montamos la empresa, en 2001, no sabían ni a qué ventanilla de la Administración teníamos que dirigirnos", explica sobre el caso de Galchimia. "Una empresa tiene un proyecto o potencial en un momento determinado. Los clientes no pueden estar esperando meses a que termines los trámites", añade.

La Xunta, admite Pampín, hizo cosas positivas para el sector como crear la Agencia Galega de Innovación, impulsar los proyectos colaborativos y el mantenimiento de las ayudas a la I+D+i que en otras autonomías han desaparecido. "Pero se perdieron muchos trenes", añade, y echa en falta más financiación de la banca en Galicia y "sitio" para hacer I+D+i. Bioga alerta de la falta de suelo industrial para implantar empresas y de los problemas para obtener licencias. "Con la cantidad de terreno baldío que hay, es increíble. Cataluña es la comunidad líder del sector porque siempre hubo industria farmacéutica pero vas a Barcelona y te encuentras siete polígonos industriales enlazados", expone.

Otro de los espejos en el que a Bioga le gustaría mirarse es el del País Vasco, donde el Gobierno elaboró un plan estratégico para la biotecnología con los sectores implicados y consiguió que hasta empresarios de sectores tradicionales apostasen por industrias biotech. "Son planes a largo plazo, no puede haber un cambio de rumbo cada cuatro años, pero aquí es difícil. No nos ponemos de acuerdo ni con los tres aeropuertos, que ahí están pero apenas hay vuelos que te lleven a Europa en dos horas", se queja.