Yanis Varoufakis dio ayer un paso atrás. Para sorpresa de muchos y solo unas horas después de la victoria de su partido en el referéndum griego, promotor y firme defensor del no, el espigado profesor universitario dejaba su cargo como ministro de Finanzas para, aseguró, facilitar las previsibles negociaciones que se abrirán ahora entre el Gobierno heleno y la Unión Europea. El economista era visto por muchos como un lastre para llegar a un acuerdo. De hecho, se despidió a su estilo, alardeando de haber sido el azote de la troika. "Portaré el odio de los acreedores con orgullo", fueron sus últimas palabras en el cargo. Su sustituto será el coordinador del equipo griego en las negociaciones, Euclidis Tsakalotos. Apodado por algunos de sus compañeros de partido como el aristócrata rojo por proceder de una familia rica.

En solo seis meses Varoufakis se había convertido en uno de los personajes más populares de su país. Los griegos, sobre todo los más afines a Syriza, lo veían como un incordio para los políticos y economistas de la troika que pretendían imponer duros recortes a Grecia. Esa imagen idealizada que tienen de él muchos ciudadanos que no comulgan con la doctrina económica que quiere imponer Alemania contrasta con la que tienen algunos políticos europeos. El ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, se quejó del comportamiento "arrogante" de Varoufakis y le echó en cara que estaba "alejado de la realidad política".

Aunque no todos dentro de su país lo idolatran. Un ciudadano griego le paró hace unos días en plena calle y le reprochó: "¿Dónde esta su vida frugal, ministro?". Varoufakis le espetó que si no estaba de acuerdo con su política podía votar por el . Y se fue sin dar opción a réplica.

El economista se siente cómodo con su imagen de azotador de la troika. Solo un día antes del referéndum en una entrevista llamó "terroristas" a los acreedores del país. "¿Por qué nos han forzado a cerrar los bancos? Para insuflar miedo a la gente. Y cuando se trata de extender el terror a eso se llama terrorismo", aseguró. Ese fue el último dardo que lanzó contra aquellos con los que el líder del Gobierno heleno, Alexis Tsipras, tendrá que volver a sentarse a negociar desde hoy. Pero el primero lo soltó a los dos días de llegar al cargo. Tras una reunión con el presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, aseguró, en plena comparecencia de prensa, que no reconocía a la troika como interlocutor para negociar ante la cara de estupor del político holandés.

Su estilo en la mesa de negociación chocaba con el del resto de sus interlocutores hasta en su forma de vestir. Nunca usa corbata, y en su última comparecencia pública como ministro se presentó ante las cámaras con una camiseta de algodón. Alguno en Twitter aseguraba que su look era más parecido al de Bruce Willis en la película La Jungla de Cristal que al de un político. Esa populosa red social, además de su blog personal, es uno de los medios favoritos de Varoufakis para transmitir sus ideas, críticas y airear su doctrina. Tiene más de medio millón de seguidores. De hecho, el anuncio de su dimisión lo hizo mediante un escueto tweet en el que se leía Minister no more (Ya no soy ministro). Los negociadores, entre ellos el Ministerio alemán o el Eurogrupo, restaban importancia a la renuncia del ministro griego. "No se trata de las personas, sino de los contenidos", dijo un portavoz.

El paso atrás que dio Varoufakis ayer se presume corto. Tsipras ya manifestó su intención de mantenerlo en la segunda línea del frente de su Gobierno. Como ideólogo, pero alejado ya de los acreedores que "lo odian".