-¿Cómo se encuentra la investigación en Galicia respecto a España y el resto de Europa?

-Según los datos del estudio La ciencia en Galicia que la fundación hizo entre 2005 y 2010, hay menos inversión. Nosotros destinamos el 1% del PIB entre 2005 y 2010; España, el 1,4% y Europa , el 2%. Los resultados sin embargo son competitivos en producción científica, pero en comercialización son enormemente pobres. Invertimos cientos de millones de euros en investigación pero el retorno es de cientos de miles. En contra de la opinión generalizada, tenemos buenos equipos de investigación. Cuando salen los rankings de universidades no salimos demasiado bien parados, pero cuando analizamos equipos de investigadores, nos quedaríamos asombrados de dónde están muchos de los de este país. El drama es que se queda ahí. Esto desmotiva, hace que el sistema a medio y largo plazo no sea viable, que los investigadores abandonen y se vayan a otros centros, hace que nos empobrezcamos.

-Y por eso crearon el fondo de ciencia.

-Se trata de un fondo de prueba de concepto pero no es más que una herramienta para establecer una metodología y crear un puente para que la investigación llegue al mercado, y que el mercado lo retorne vía patentes, licencias, contratos con empresas. Queríamos establecer algo muy práctico e inspirándonos bastante en el capital riesgo, dotamos este fondo con 5,5 millones de euros de los que llevamos invertidos casi 3. Fuimos a los mejores centros de Galicia y analizamos lo que estaban haciendo. Buscamos proyectos buenos y abarcaban a casi todos los centros de investigación dependientes del sistema universitario gallego.

-Eso le iba a preguntar, si había sido a propósito que los proyectos estuviesen repartidos territorialmente?

-No. No era importante de qué centro proviniera, sino la temática. Necesitábamos proyectos de tecnología, de ciencias del mar, de ciencias de la salud y que estuvieran lo suficientemente maduros para que pudiéramos trabajar en la secuencia práctica para llevarlos al mercado, empezar a sacar conclusiones y establecer una metodología. Principalmente afectó a la Universidade da Coruña, la Fundación Ramón Domínguez, el Centro de Tecnologías de Telecomunicaciones de la Universidade de Vigo, Gradiant, la Universidade de Santiago de Compostela y Alfabiogal, que es un proyecto de la Universidade de Vigo que abandonamos porque no cumplía los hitos desde el punto de vista económico.

-¿Y cómo se diseña esa metodología?

-Necesitábamos expertos en transferencia de tecnología y recurrimos a dos, la Sociedad de Transferencia de Tecnología de la Universidad de Oxford, Isis Innovation, y la Asociación de Oficina de Transferencia de Tecnología norteamericana. Colaboraron con nosotros en cada paso que nos podíamos encontrar. La Universidad de Oxford en resultados multiplica por 100 lo que hacen las tres universidades gallegas. Estamos formando a los responsables de la transferencia de la ciencia que se hace en el sistema público de Galicia y estableciendo unas redes de contacto internacionales que permiten empezar a enfocar nuevas maneras de actuación. Llevamos a Madrid y a Barcelona a varios encuentros con expertos a los responsables de transferencia de tecnología de las administraciones públicas en Galicia y a los de la Axencia Galega de Innovación, de las Oficinas de Transferencia de Resultados de la Investigación (OTRI) gallegas y a responsables de la Xunta para que empiecen a tener contactos y a mejorar.

-Están siendo una locomotora.

-No solo. También trabajamos en la base, con el programa de fomento de las vocaciones científicas entre los más jóvenes. Porque nos faltan jóvenes que estudien carreras técnicas y eso hay que impulsarlo a edades tempranas. Además estamos formando a los investigadores más jóvenes en competencias transversales (comunicación, asertividad, trabajo en equipo, cómo captar fondos de la UE, cómo captar fondos de las empresas, cómo desarrollar y planificar su tesis de cara al futuro...) con especialistas de Reino Unido. El fondo de ciencia es una pieza imprescindible pero éste es un proyecto de mucho más alcance.

-¿Todo esto se realiza con el presupuesto del fondo de ciencia o abarca otros proyectos y otro capital?

-No. Cada uno de estos proyectos tiene su propio presupuesto; el de fomento de las vocaciones científicas entre los más jóvenes entra dentro de los presupuestos de educaBarrié. Si queremos cambiar el modelo productivo de este país, si queremos que Galicia tenga empresas de base tecnológica que le permitan competir internacionalmente, hay que empezar a trabajar en todos los frentes. Estamos hablando de unos 10 millones de euros, pero el resultado puede ser realmente exponencial.

-¿Los investigadores saben cómo vender o sacar rentabilidad a sus proyectos?

-Ése es el gran problema. Un investigador sabe investigar y la gran dificultad estriba en que hay que hacer una apuesta muy fuerte, con especialistas en comercialización. Eso no se improvisa y lo que hemos hecho es contactar con quienes saben hacerlo y que enseñen a los gestores de transferencia de tecnología de Galicia a hacerlo en el futuro. Se trata de aprender haciendo.

-¿Y eso solo puede hacerlo una fundación? Las administraciones con tantos centros que tienen no lo hacen?

-Creo que podremos dar una buena noticia en unos meses. Nosotros no tenemos la capacidad por nosotros solos de realizar ningún cambio en la sociedad, lo que podemos hacer es ir por delante y servir de detonante y después que la sociedad continúe. La Administración tiene un 99% de los fondos destinados a educación en este país y no conseguiremos nada si no asume nuestros planteamientos y los retoma como propios. Será la Administración la que tendrá que constituir una gran agencia de transferencia de tecnología. Si tenemos que hacerlo primero en Galicia, seré feliz y habrá sido el mayor éxito que haya logrado la fundación con este proyecto, pero el objetivo fundamental es que España tenga una gran agencia de transferencia de tecnología para poder competir a nivel internacional. Y entonces sí que pondríamos en valor de verdad la investigación que se hace en España.

-Es curioso que en este país parece que hacemos lo difícil y lo fácil no sabemos?

-Porque luchamos contra mecanismos muy complicados. Carecemos de infraestructuras de verdad y de planes específicos y monetarios. Somos capaces de subvencionar un proyecto de investigación pero es difícil que la Administración financie un estudio de mercado, un prototipo, el escalado industrial de ese prototipo. Necesitamos estructuras, personas con conocimiento y herramientas adecuadas de financiación.

-¿Y esa es la buena noticia? ¿Una agencia de transferencia?

-Va por ahí, no tanto una agencia pero va por ahí.

-¿Cuántos años llevamos hablando del divorcio entre las universidades y las empresas?

-Ah. Demasiados.

-Décadas. Y seguimos, ¿no?

-Yo creo que se requiere un enorme esfuerzo de ambas partes pero sobre todo se está poniendo más de manifiesto para las universidades. Tenemos algunas de las universidades más antiguas del mundo y sin embargo, y a pesar de haber invertido bastante dinero, hay países con centros más jóvenes que nos están ganando en cuanto a sus resultados. Pensar que estamos en posesión de la verdad y que sabemos gestionar y gobernar nuestras universidades porque lo hemos hecho siempre así es un camino que nos puede llevar a una situación complicada. Si no conseguimos fijarnos en las mejores prácticas a nivel mundial y tratar de replicarlas ya sabemos el resultado que vamos a tener.