La incertidumbre y la tensión se acrecientan con el paso de las horas en la planta coruñesa de Alcoa ante la falta de datos sobre los resultados de la subasta de la interrumpibilidad -los incentivos que reciben las industrias electrointensivas a cambio de reducir o suspender su consumo cuando el sistema no logra atender la demanda- que ayer comenzó en Madrid. La jornada de ayer era crucial para Alcoa, dado que se subastaron los bloques de mayor potencia y mayor remuneración (un total de ocho paquetes, de 90 megavatios cada uno), que son los que más interesan a las grandes consumidoras de energía como Alcoa. Lo único que ha trascendido no invita al optimismo: las compañías electrointensivas pujaron por cuatro de esos bloques y los otros cuatro se adjudicaron por asignación directa, según comunicó Red Eléctrica Española (REE), la encargada de celebrar la puja. El nombre de las empresas que se adjudicaron los lotes es una incógnita, pero el hecho de que las compañías dejasen de pujar ya despertó sorpresa y recelos.

Y es que en la convocatoria del años pasado fueron nueve los bloques de 90 megavatios que se ofertaron (uno más que ayer) y las compañías pujaron por ocho, adjudicándose tan solo uno de forma directa. Las fuentes consultadas explicaron, además, que esos cuatro bloques "no han ido a parar a la misma compañía", lo que implica que no fueron los cuatro para Alcoa, que aspiraba a seis de los ocho paquetes en liza.

Por ello, la lupa vuelve dirigirse hacia la aluminera estadounidense, que el año pasado ya amenazó con cerrar las factorías de A Coruña y Avilés (Asturias) apelando, entre otras cuestiones, al resultado de la primera subasta de la interrumpibilidad. Después, tras una puja extraordinaria, rectificó y mantuvo abiertas las dos plantas.

Esta vez, según advirtió la semana pasada el presidente del grupo en España, Rubén Bartolomé, ni siquiera una buena puja asegura su continuidad como consecuencia de la caída de precios del aluminio por el exceso de oferta procedente del mercado chino.

Un portavoz de la empresa declinó ayer ofrecer datos sobre los resultados de la subasta apelando a "las cláusulas de confidencialidad" y explicó que la firma seguirá hoy en la subasta de los bloques de 5 MW, por lo que toda información que se haga pública puede desvirtuar esa puja -en la que participan muchas otras empresas- en perjuicio de Alcoa y de otros competidores. "No vamos a especular con los resultados hasta que termine el proceso: tiene que concluir la subasta [quedan 326 bloques de 5 megavatios para subastar durante los próximos días], la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia debe validarla, Red Eléctrica publicar los resultados y que los analice la propia compañía", explicó.

Las mismas fuentes aseguraron que Alcoa acude a la subasta con el objetivo de lograr "el máximo servicio de interrumpibilidad posible para las tres fábricas que tiene en España [A Coruña, San Cibrao (Lugo) y Avilés]". Pero acto seguido recordaron que las condiciones del mercado son "muy difíciles" y han cambiado en el último año.

El mercado del aluminio

La multinacional lo ilustra con el precio del metal: cuando Alcoa levantó el ERE que pesaba sobre las plantas de A Coruña y Avilés, en diciembre de 2014, el precio de los productos básicos en la Bolsa de Metales de Londres (LME en sus siglas en inglés) era de 2.200 dólares por tonelada de aluminio. "En la actualidad está en 1.500 dólares, el menor precio desde 2009", insiste.

La plantilla de la fábrica de A Grela, mientras tanto, vive una "tensa espera" pero confía en una resolución favorable y que se dé el primer paso para lograr un marco energético estable que garantice el futuro a largo plazo de la factoría.

En la primera jornada de la subasta de la interrumpibilidad, que se desarrolla en el recinto ferial Ifema, participaron 131 plantas. Se adjudicaron los primeros 50 bloques de 5 megavatios y los ocho de 90 MW que salieron a la puja, uno menos que en la del pasado año. Hoy continuará la subasta con la negociación de los restantes 326 lotes de 5 MW.