La Reserva Federal de Estados Unidos cerró ayer un ciclo de siete años de política monetaria ultraexpansiva al subir los tipos de interés desde el rango del 0%-0,25% en el que permanecían desde 2008 a otro del 0,25%-0,50%. Es una decisión histórica que certifica que, según el criterio del banco central estadounidense, la recuperación de la primera economía del mundo es sólida y la crisis ha quedado atrás. Y es también un movimiento que puede tener repercusiones de alcance en los mercados financieros y en el desempeño económico de la economía mundial.

"Esta acción marca el final de un periodo extraordinario de siete años de tipos cerca de cero para apoyar la recuperación de la economía tras la peor crisis financiera y recesión desde la Gran Depresión", afirmó Janet Yellen en su comparecencia para explicar la decisión del Comité Federal del Mercado Abierto de la Reserva Federal (la Fed, por sus siglas en inglés). El banco central de EEUU no subía las tasas desde que, en 2006 y bajo la dirección de Ben Bernanke, inició una relajación de las condiciones monetarias que se desplegó en toda su intensidad a partir de 2008, con los tipos al 0% y compras masivas de activos financieros para inundar de liquidez los mercados y estimular el crecimiento. Ambas políticas bombearon ingentes cantidades de dinero a partir de 2008, tras el hundimiento del banco Lehman Brothers. En 2014, la Fed cortó las compras de activos. Ahora, da otro paso para la "normalización monetaria", movida por la mejora de la economía y también por los efectos secundarios de la expansión del dinero, como el alto riesgo de burbujas especulativas y con ello de retorno a las turbulencias.

El giro en la estrategia de la Reserva Federal, esperado desde hace meses, coincide con el PIB de Estados Unidos creciendo a tasas superiores al 2% y con el paro en el 5%, el objetivo marcado.

"Con la economía en buen funcionamiento, hemos juzgado que el modesto incremento en los tipos de interés de referencia es apropiado", dijo Yellen a los periodistas. Sólo la inflación (0,5% interanual en noviembre) está por debajo de la aspiración de la Fed. Yellen indicó que la institución está "razonablemente confiada" en que la inflación se elevará y en que los factores que la mantienen por debajo de la meta del 2%, como el bajo precio de la energía y el dólar fuerte, se irán diluyendo.

La decisión, tomada por unanimidad, es la primera de una serie de subidas que la Fed regulará según evolucione la economía. No hay ahora un criterio unánime sobre el objetivo para 2016, si bien una mayoría del Comité es partidaria de situar los tipos entre el 1% y el 1,75% en 2016.

La Fed cambia de ciclo, pero también transmite que "probablemente" las tasas de interés continuarán en niveles más bajos de los esperados a largo plazo. "Todavía es necesario mantener el respaldo monetario", dijo Yellen. Suena a llamada a la calma ante las repercusiones y riesgos que la nueva orientación de la Reserva Federal y la consiguiente revalorización del dólar pueden tener en la economía global: volatilidad en las Bolsas; agravamiento de los problemas de los países emergentes, muy endeudados en dólares; tensiones las primas de riesgo de los países del euro y también dificultades domésticas para los exportadores de EEUU.

De momento, Wall Street recibió ayer el nuevo rumbo de la Fed con una subida del índice Dow Jones del 1,28%. El dólar registró una leve revalorización frente al euro y el yen japonés, y el petróleo bajó. La desconexión de la respiración asistida de los mercados comenzó sin traumas.

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