La aportación de las empresas familiares a la economía española es vital -le corresponde el 57% del PIB generado por el sector privado y el 67% del empleo-, pero en algunas comunidades su importancia es todavía mayor, por su mayor presencia e incidencia en la economía. Es el caso de Galicia, donde esos porcentajes de riqueza y puestos de trabajo creados se disparan hasta el 85% y 86% respectivamente. De hecho, la comunidad gallega es la española donde las compañías de origen familiar tienen una mayor aportación de valor añadido bruto (VAB), por delante de Extremadura (84%) y Murcia (82%) y duplicando el porcentaje aportado por otras autonomías como Madrid (39%) o País Vasco (42,6%). Un liderazgo que se repite en el caso del empleo, con el 86,3% de los puestos de trabajo creados por el sector privado en Galicia, por delante del 85,3% de Murcia y el 85,2% de Extremadura. Madrid se queda con el 54,9% y País Vasco, con el 61,7%, según los datos del estudio La empresa familiar en España (2015) publicado a principios de año por el Instituto de la Empresa Familiar (IEF).

Únicamente en cuanto a la proporción de empresas la comunidad gallega es superada por alguna otra autonomía, pues en Galicia el 92,4% de las firmas privadas son de origen familiar, frente al 92,5% de Murcia y el 94,3% de Castilla-La Mancha.

En números redondos, la importante contribución de la empresa familiar a la economía gallega equivale a que 62.900 de las 68.078 compañías privadas gallegas son familiares y generan más de 394.000 de los 456.687 puestos de trabajo existentes en el sector privado gallego.

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En el conjunto de España el 89% de las sociedades mercantiles son de origen familiar, alrededor de 1.100.000, que dan empleo a 6,6 millones de trabajadores. Unas proporciones sobre el conjunto del sector privado inferiores a las de Galicia pero por encima de las existentes en otras zonas del mundo, como en Europa y Estados Unidos, con lo que Galicia se sitúa como una de las regiones de las economías avanzadas en las que la empresa familiar tiene mayor relevancia en la economía.

En la Unión Europea el 60% de las compañías son familiares, un total de 17 millones de firmas, y generan alrededor de 100 millones de empleos. Mientras, en el caso de Estados Unidos, las sociedades de origen familiar son el 80% del total y aportan la mitad de los puestos de trabajo generados por el sector privado del país.

La actividad de las empresas familiares en la economía española y gallega es clave, especialmente en momentos de dificultades económicas como las de los últimos años, pero el sector también afronta importantes retos, que analiza cada año en el Congreso Nacional de la Empresa Familiar, organizado por el IEF y que este año se celebra en A Coruña, los próximos lunes y martesCongreso Nacional de la Empresa Familiaren A Coruña, los próximos lunes y martes. La XIX edición de este evento, titulada Crecimiento con raíces pretende abordar precisamente uno de esos objetivos primordiales de los empresarios familiares, que las compañías aumenten su tamaño para ganar competitividad y ponerse a la altura de otras grandes firmas europeas y de terceros países. El Instituto de la Empresa Familiar, sin embargo, apunta que ese crecimiento "no puede ser alocado" y que las firmas familiares no pueden olvidar sus orígenes, sus raíces, siempre con la finalidad de tener empresas sólidas que puedan mantener su actividad a largo plazo.

La prudencia en la gestión es, como reconocen las propias empresas familiares, una de sus señas de identidad. Una cautela que impregna su forma de operar, como en los siguientes aspectos:

Austeridad. Las empresas familiares son cautelosas con el gasto tanto en los tiempos de bonanza como en las crisis. "Esta prudencia con el uso del dinero quizás se deba a la mayor presencia y capacidad de influencia de los propietarios de la compañía", destaca el informe Una visión de la empresa familiar excelente elaborado por la consultora KPMG y el IEF.

Inversiones. Este tipo de empresas es muy selectivo con sus proyectos e inversiones de capital. Los criterios de inversión y selección son más estrictos, por lo que las compañías corren menos riesgos y están más protegidas ante escenarios de contracción de la economía.

Crecimiento inorgánico. Las empresas familiares también son más prudentes a la hora de crecer. Suelen preferir el crecimiento orgánico, de la propia compañía, frente a grandes operaciones de adquisición de activos o de otras firmas para ganar tamaño.

Menor apalancamiento. La aversión al riesgo de las empresas familiares también hace que no tengan por costumbre endeudarse. Suelen recurrir a recursos propios para acometer las inversiones necesarias para su actividad porque consideran que el apalancamiento las hace "más frágiles y más dependientes de acreedores externos". "Dado que el apalancamiento tiene un efecto multiplicador -multiplica los periodos de bonanza pero también de las crisis- el menor grado de apalancamiento de las empresas las hace más resistentes a periodos recesivos", destaca el informe.

Diversificación. Los empresarios familiares consideran clave la diversificación para proteger el patrimonio familiar. En parte, se sustenta en la expansión internacional en el caso de las empresas familiares de mayor tamaño.