El lastre del ladrillo y los impagos de la clientela con el estallido de la crisis convirtieron la morosidad en un virus letal para el sistema financiero, que lleva desde 2008 intentando sacarse de encima los activos dudosos con la venta inmobiliaria con grandes descuentos, incluso su cesión a fondos extranjeros, y las refinanciaciones.

El traspaso a la Sareb alivió buena parte del problema a la antigua NCG y Abanca sigue gestionando a la baja esa parte del balance. Al cierre de septiembre, el saldo de dudosos cayó hasta los 2.209 millones de euros, con una disminución interanual del 26%. De más de 760 millones de euros.

La cobertura con las provisiones sobre ese paquete de activos es del 59,5% y del 55,6% entre los adjudicados (inmuebles y terrenos que caen en manos de Abanca como pago de deudas). Las dotaciones caen un 203%, con 126 millones de euros. La mora baja del 9,46% de septiembre de 2015 a una tasa del 6,97%. En el conjunto del sector cerró agosto en el 9,4%.