El plan del grupo Villar Mir de vender las seis centrales hidroeléctricas que explota a través de Ferroatlántica en la comarca de Fisterra se ha topado con un muro. Los 400 trabajadores que suman las fábricas de ferroaleaciones de Dumbría en Cee y las centrales han cimentado desde inicios de octubre un frente común con los alcaldes de la comarca (que componen Fisterra, Cee, Dumbría, Corcubión y Muxía), la Diputación de A Coruña -que preside el socialista Valentín González Formoso- y la Xunta, que acaba de ratificar su oposición a la operación, además de los grupos parlamentarios socialista, del BNG y En Marea; empleados de la mina de Serrabal, también del grupo Villar Mir, y un buen número de asociaciones, comités y autónomos de la comarca.

Trabajadores, alcaldes y vecinos defienden que sin las centrales, las fábricas de ferroaleaciones dejarán de ser competitivas y cerrarán, lo que dejaría sin trabajo a 400 personas y causaría una auténtica catástrofe económica en una comarca en la que ésta es la única actividad industrial. La multinacional, líder mundial en ferroaleaciones y la producción de silicio metal, niega que los puestos de trabajo peligren y su presidente, Pedro Larrea, se comprometió ante la plantilla a elaborar un plan industrial con inversiones en la comarca Fisterrá y Arteixo que los empleados no ven garantizadas.

El conflicto generado en torno a la venta de las centrales de Ferroatlántica se resume en los siguientes puntos:

EPlan de Venta. El 9 de octubre la agencia Bloomberg destapó la operación de venta de la división energética de Ferroatlántica, integrada desde el año pasado en Ferroglobe, tras su fusión con la americana Globe -el grupo Villar Mir mantiene el control accionarial con un 57%-. La firma reconoció días después haber recibido ofertas por esta división, formada por 14 centrales hidroeléctricas en España y Francia, con una potencia total de 210 megavatios. Pero las concesiones de las seis centrales gallegas están vinculadas a la actividad de ferroaleaciones, de las fábricas de Cee y Dumbría y si Ferroatlántica logra un comprador, tendrá que solicitar la separación o segregación de actividades a la Xunta, que no parece dispuesta a concederla.

EUna concesión antigua. Las primeras concesiones para explotar los saltos de agua en los ríos Xallas y Grande que actualmente están en manos de Ferroatlántica datan de la primera década de 1900, ligadas a la actividad de ferroaleaciones propiedad de Carburos Metálicos. El caudal de los saltos de agua fue ampliado varias veces, antes y después de su venta al grupo Villar Mir, en 1994, cuando la Xunta autorizó el cambio de titularidad. El Gobierno gallego admitió incluso en 2010 que una de estas ampliaciones, aprobada en la etapa de Manuel Fraga (2001) fue irregular, lo que llevó a suspenderla. Fue la que permitió secar la cascada con la que el río Ézaro desemboca en el mar, que hasta ahí sólo se abría en verano.

EVinculación de actividades. Tal y como el grupo Popular recordó el pasado miércoles en el Parlamento gallego, la resolución administrativa que aprobó las concesiones recoge: "No podrán segregarse de Ferroatlántica SL las actividades de ferroaleaciones y de producción eléctrica por las centrales a las que se refiere la presente autorización". La Xunta exigió a Villar Mir un plan de viabilidad que garantizase las dos actvidades económicas antes de darle la autorización definitiva cuando en 1994 el grupo compró esas divisiones a Carburos Metálicos. La firma llegó hasta el Supremo para recurrir esta vinculación, aunque sin éxito.

EPlan industrial. Ferroatlántica asegura haber empezado a trabajar ya en un plan industrial que financiaría con lo que lograse de la venta para ampliar la capacidad de producción de las factorías de Cee y Dumbría y la de Sabón e invertir al menos 20 millones, además de levantar una nueva fábrica de producción de carbón vegetal que se utilizaría en el proceso de fabricación de silicio. El presidente de Ferroatlántica, Pedro Larrea garantizó el empleo en Fisterra durante una reunión con los trabajadores y consideró que este plan crearía más, pero sólo garantizó los 42 millones que costará la fábrica de silicio solar en Arteixo, que ya fue anunciada hace meses.

ELa desvinculación que alega la empresa. Ferroatlántica no discute que las normas de la Xunta sean un escollo, pero tal y como adelantó la web Economía Digital esta semana, las dos actividades pertenecen a empresas distintas. Antes de fusionarse con Globe, el control de la división energética de Ferroatlántica estaba en manos de la firma Villar Mir Energía mientras que Ferroatlántica tenía el 100% del negocio de ferroaleaciones. En 2015, con la alianza, Villar Mir se quedó con el 57% de la compañía resultante y Globe con el 43% y la misma proporción de las ferroaleaciones. Las centrales quedaron bajo control exclusivo del grupo español, que además cree que las dos actividades están segregadas en la práctica y por ley. Sostiene que la reforma energética impide compaginar la generación eléctrica -Ferroatlántica abastecía sus fábricas y volcaba el excedente a la red- y el consumo, por lo que las centrales vierten su producción a la red y las fábricas consumen la electricidad de ella. Ferroatlántica, de hecho acudió como Alcoa a las subastas de bonificaciones al recibo eléctrico que los grandes consumidores industriales obtienen por comprometerse a dejar de consumir en caso de emergencia en el sistema y riesgo de apagón (interrumpibilidad). Ferroatlántica defendió ante los trabajadores que el negocio energético del que busca desprenderse genera en realidad el 2% del negocio total del grupo y niega que la viabilidad de las fábricas dependa de los saltos de agua, sino del precio de la luz.

ETitularidad. Por si el conflicto no fuese de por sí complejo, la titularidad de las centrales tampoco es netamente de Villar Mir, sino de la banca -Abanca tiene menos de un 20%-, a causa de un contrato de leasing que en su día el grupo firmó con Caixa Galicia y que luego se renegoció con un grupo más amplio de entidades. Esta cuestión no afecta ni a la concesión ni a la operación de venta, dado que Ferroatlántica es la propietaria y sólo tendría que saldar su deuda para poder transferirla.