El último cumpleaños de Olegario Vázquez Raña el pasado 10 de diciembre fue mucho más discreto que la también tradicional celebración del aniversario de su mujer, Gela Aldir, cada mes de agosto en la localidad ourensana de Avión, aprovechando la escapada de descanso de cada verano a la tierra de los padres del multimillonario. Tequila y chicharrones en salsa verde para una fiesta hasta la madrugada y a la que acudió solo su círculo íntimo, incluidos los tres hijos de la pareja y nueve nietos. "Mi familia es lo más importante. Siempre digo que el dinero es algo que puedes tener hoy y perderlo mañana por una mala inversión. Por eso lo importante es estar a gusto con los tuyos y relajado", comentaba "don Olegario", como le conocen en todo México, durante una entrevista con este diario en sus vacaciones en Galicia de 2013. Lo que puede sonar a topicazo en la boca de uno de los empresarios más poderosos de Latinoamérica ya no lo es tanto ante el relato del que fue el episodio más triste de su vida y que llena de lógica esa reflexión. El momento en el que, como él mismo confiesa, se sintió "el hombre más gusano del mundo". El día en el que perdió 1.700 millones de dólares, unos 1.600 millones de euros. Todo su patrimonio personal.

A caballo entre la broma y el reproche, en México se suele decir que es imposible acabar el día sin toparse con el imperio de Vázquez Raña. A sus 81 años sigue al frente del Grupo Empresarial Ángeles (GEA), un holding diversificado entre la salud, los alojamientos turísticos, el sector financiero y, cada vez con más fuerza, los medios de comunicación -sobre todo la televisión-, con un valor desconocido porque no cotiza en Bolsa, pero que podría estar "entre los 20.000 y los 25.000 millones de dólares", según las estimaciones del propio fundador en una entrevista a fondo que recoge la edición mexicana de la revista Forbes, como respuesta precisamente a la pregunta de si debería estar en su conocida lista de grandes fortunas.

Pero no le gustaría estar. Las finanzas son cosa de su hijo, Olegario Vázquez Aldir, director general de GEA. A él le tira más el negocio de los hospitales "porque siento que ayudo a la gente". Quizás también porque con algo parecido nació todo lo que es hoy.

De muy pequeño, después de la escuela, el empresario se pasaba la tarde dando vueltas por el barrio para avisar a los vecinos que recibían una llamada en la casa de sus padres, una de las pocas con teléfono en aquella época. Entre los clientes -porque pagaban una cuota por el servicio-, el más asiduo era un médico al que el niño Olegario se le olvidó un día pasarle el recado. El doctor optó entonces por darle una propina de 50 centavos para que no volviera a pasar. La primera vez que ganó dinero y supo sacarle partido a lo que hacía porque desde ese instante los usuarios con propina pasaron a tener preferencia. "A los nueve años, cuando empecé a abrir mi cerebro, mi inteligencia -cuenta en Forbes-, me di cuenta que podía hacer negocios".

Uno de los más brillantes fue la venta en 1999 del banco Mercantile Bank, con 14 oficinas en el sur de Texas, a la entidad financiera Wells Fargo por 600 millones de dólares. Había costado 150. Una parte de la operación se hizo en efectivo y otra en acciones, que dispararon su valor y mejoraron todavía más las plusvalías. Pero Olegario Vázquez Raña entró en "un juego de ruleta". Sus asesores le recomendaron la compra opciones, derechos de compra y venta sobre bienes, como las acciones de empresas, que habitualmente utilizan los brókers para cubrir sus inversiones. Los primeros 100 millones le dieron en 60 días al empresario un beneficio de 60 millones más. "Me ambicioné con el mejor negocio que había en la vida", reconoce. Hasta el punto de que Vázquez Raña llegó a ser uno de los que movían más dinero en la Bolsa de Nueva York.

En agosto de 2008, mientras estaba en los Juegos Olímpicos de Pekín -es el presidente de la Federación Internacional de Tiro Deportivo-, recibe una llamada en la que le avisan de que acababa de perder 100 millones por el desplome de los mercados. Puso el resto en venta. Unos 1.600 millones de dólares suyos y 57 millones de su mujer. Pero era demasiado tarde. "Señor Vázquez -le volvieron a telefonear-, estamos muy mal: perdió usted todo".

"Me sentí muy triste, muy mal. Me vaciaron las cuentas", cuenta Vázquez Raña a Forbes. Perdió su fortuna personal y el sueño. "Mi esposa y mis hijos trataban de animarme y me decían que en esas inversiones nunca había metido dinero de los negocios, que de ese negocio nadie sabía y que yo seguía siendo Olegario Vázquez Raña, el de los negocios en México -recuerda-. Pero pasé días muy amargos y me sentí el hombre más gusano del mundo".