La diferencia salarial entre hombres y mujeres, pese a reducirse levemente en los últimos años, es todavía muy pronunciada y supone que una gallega cobre de media un 20,9% menos que un varón. Si en Galicia la retribución media anual en el caso de los hombres ascendió en 2014 a los 22.505 euros, en el caso de las mujeres rozó los 17.800 euros, por lo que hay una diferencia de 4.700 euros al año. Esto equivale a que -con una jornada laboral anual de 251 días- una mujer tendría que trabajar 66 días más, hasta el 7 de abril del año siguiente, para cobrar lo mismo que un compañero varón o que podría abandonar su puesto de trabajo el 30 de septiembre porque hasta finales de año lo estaría haciendo gratis. Estas son algunas de las conclusiones del Informe sobre desigualdade salarial por sexos en Galicia, elaborado por UGT y presentado ayer con motivo de la celebración, en la jornada de hoy, del Día Internacional de la Igualdad Salarial entre Hombres y Mujeres. Pero además esa importante brecha salarial se traduce, a largo plazo, en que una mujer tendría que cotizar casi diez años más que un hombre para cobrar la pensión máxima: a los 36,25 años trabajados que se exigen en 2017 para cobrar la cuantía máxima por jubilación, una mujer tendría que sumar otros 9,6 años.

El sindicato, que elaboró el informe con datos sobre salarios del Instituto Nacional de Estadística (INE) y de la Agencia Tributaria, denunció que la brecha salarial es apenas un punto inferior a la registrada en 2010, del 21,8%. En 2011 y 2012 subió, hasta llegar al 24,2%, y desde entonces descendió hasta ese 20,9% de 2014.

Este descenso de las diferencias salariales por género, sin embargo, no es la consecuencia de una mejora de las condiciones retributivas de las mujeres, "sino de las peores condiciones con las que acceden los hombres al mercado de trabajo". Los responsables de UGT en Galicia detallan que con la crisis se destruyeron empleos en sectores bien remunerados como la industria y la construcción (copados principalmente por hombres) mientras que en la actualidad esos profesionales se ven obligados a incorporarse a empleos "que no escapan de la precarización generalizada, impuesta e injusta de las condiciones de trabajo".

En cuanto a la situación por comunidades, Galicia aparece como la quinta con menor brecha salarial entre hombres y mujeres, ese 20,9%, solo por encima de Castilla-La Mancha (20,1%), Baleares (20%), Extremadura (16,4%) y Canarias (11,8%). Las gallegas, sin embargo, perciben un salario anual medio un 10% inferior al del conjunto de las mujeres españolas -con 17.797 euros, frente a 19.744- y en cuanto a la retribución por hora trabajada, la de las gallegas es la segunda más baja del Estado, con 9,57 euros, solo por delante de Canarias, con 9,45 euros.

La remuneración media por hora trabajada de las mujeres gallegas es también un 10% inferior a la que perciben los varones de la comunidad, que ingresan de media 10,63 euros por cada hora de actividad.

Por sectores, la mayor brecha salarial entre sexos en Galicia corresponde a la agricultura, ganadería, silvicultura y pesca, del 31,9%, seguido de la industria (29,8%), comercio, reparaciones y transporte (28%) y la industria extractiva, energía y agua (27,8%). La menor diferencia se registra en la construcción, del 7,4%.

En cuanto al tipo de empresas, la mayor brecha salarial se da entre las empresas privadas, del 26,8%, frente al 6% de las públicas, mientras que por tramos de edad, las grandes diferencias están entre los trabajadores jóvenes y los de más de 55 años. Por formación, la mayor disparidad (del 37%) está entre los profesionales con formación primaria. De hecho, para superar los 18.400 euros que cobra al año de media un gallego con estudios primarios, una mujer necesita contar con una diplomatura universitaria o formación similar.

Uno de los factores que están detrás de estas grandes diferencias entre sexos, según UGT, es "la existencia o no de complementos salariales y su peso sobre el total del salario bruto", muy superior en el caso de los hombres. El sindicato denuncia que muchas veces estos ingresos extraordinarios "no responden a cuestiones objetivas ni cuantificables, por lo que esconden discriminaciones directas".