En la carta de bienvenida de la Fundación Barrié de la Maza, una de las más longevas de Galicia con el medio siglo ya cumplido y 8,6 millones de inversión en 2015, su presidente presenta al sector como la suma de "una voluntad" y los recursos necesarios, los materiales y los que no se ven, para cumplirla. "Una apuesta por el futuro", resume José María Arias Mosquera, que condiciona los resultados duraderos y "un progreso verdaderamente sostenible" a saber aprovechar "la propia fuerza de la sociedad, entendiendo sus necesidades y anhelos". Por eso también la crisis obligó a estas entidades sin ánimo de lucro a reinventarse. A afrontar en muchos casos una merma de sus fondos en un momento de incremento disparado de la demanda en servicios en los que las administraciones se replegaron por la caída de los ingresos públicos. Entre 2009 y 2013, aunque sobre el total de gasto se mantuvieron como las dos partidas más relevantes, el presupuesto de la Xunta para sanidad descendió más de un 9% y un 14% en educación. Un 1,6% en el caso de promoción social y del 28% en servicios comunitarios. El desplome en cultura superó el 56%. El mismo que en concellos y diputaciones, que bajaron la inversión en protección y promoción social un 20%. Las fundaciones se han convertido en la alternativa a los recortes: el número de beneficiarios en la comunidad se duplicó en seis años.

"Las fundaciones somos entidades de interés general, algunas más especializadas en sus ámbitos de actuación, pero todas procuramos dar respuesta a las demandas de la ciudadanía. Además, somos instituciones cuya capacidad de atención a las exigencias de la gente y de adaptación en momentos de cambio puede resultar más ágil que para otro tipo de entidades", explican en Afundación, donde destacan la "relación muy cercana" que han tejido con los usuarios por la amplia presencia territorial. Son siete sedes y la red de centros de mayores, educativos y culturales, "referentes en las localidades en las que se encuentran" y nido de sinergias "que nos ayudan y benefician a todos" con otras entidades que las usan.

"Se trata de ser grandes, generosos y éticos, y trabajar en favor del avance social -añaden en la fundación que preside Miguel Ángel Escotet-. Y eso solamente es posible a través de la colaboración de las instituciones, públicas y privadas, que nos harán crecer y nos darán alas para el viaje del futuro".

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Al cierre de 2014, en Galicia existían 449 fundaciones operativas. La doble recesión se llevó por delante una cuarta parte. Solo Castilla y León perdió más (38,7%) frente a una disminución en el conjunto del país del 9,7%, según la Asociación Española de Fundaciones. Por cada 100.000 habitantes, en Galicia hay 17.

Lo que no para de aumentar son los usuarios. Fueron algo más de 748.000 en Galicia en 2008. En 2014, después de un incremento del 92%, ascienden a 1,423 millones. Más de la mitad de la población de la comunidad.

Al igual que la histórica Barrié, que pasó de ser el brazo social de Banco Pastor a accionista del Popular después de la absorción de la entidad gallega -entonces, en 2012, ostentaba el 8,24%, hoy es un 2,6%-, Afundación es, precisamente, un paradigma por la cantidad de beneficiarios, más de un millón; y por la metamorfosis que la crisis provocó en el sector y particularmente en aquellas ligadas al sistema financiero. Heredera de la obra social de las cajas, el rescate de NCG acabó con el 6% de las acciones que mantenía tras la bancarización del negocio para garantizar financiación. Fue una de las grandes víctimas de la reestructuración financiera. Banesco, ganador de la subasta por NCG, decidió convertir a Abanca en su principal mecenas mediante una aportación anual de cinco millones hasta el 2019 y, a partir de ahí y durante 25 años, el 3% del beneficio neto, con un mínimo de esos 5 millones por ejercicio.

Eso no impidió que la entidad tuviera que ponerse manos a la obra para laminar los 5 millones de euros de déficit "estructural" que arrastraba. "Desde el primer minuto, todo el equipo de Afundación trabajamos para trazar la hoja de ruta que materializase nuestro proyecto de ser la primera entidad gallega privada y sin ánimo de lucro capaz de responder a las demandas de una sociedad en constante evolución bajo los parámetros de la profesionalidad y la ética", recuerdan. Los cambios afectaron a la gobernanza, profesionalizada y austera; y a la estrategia, centrada ahora en la educación superior, la cultura y el envejecimiento activo. El adiós al maná de ayudas en las cajas de ahorros a casi cualquier iniciativa que lo pidiera. Caixa Galicia y Caixanova sumaron 168 millones en sus obras sociales en 2008. Afundación invertirá 24 millones este 2017, dos menos que en 2016.

Una cantidad que acaba de superar la Fundación Amancio Ortega. El gasto en 2014 y 2015 rondó los 24 millones de euros y la previsión es que el montante del pasado 2016 quede por encima. De hecho, el presupuesto ejecutado y comprometido a estas alturas para el trienio 2016-2018 asciende a 113,873 millones. A una media de 38 millones anuales, sin contar el desembolso para nuevas iniciativas.

El 98% de los fondos proceden del bolsillo del dueño de Inditex. El 2% restante son ingresos financieros. Cerca de ocho de cada diez euros van para el área social, en la que destacan las ayudas a Cáritas y los Bancos de Alimentos; la construcción de escuelas infantiles en las principales ciudades de la comunidad -para su posterior cesión al consorcio que forma cada concello con la Xunta-; y el equipamiento para tratar el cáncer en el Sergas (17 millones) y el servicio andaluz de salud, con el que se firmó hace unos días el convenio definitivo, igual al de Galicia, con tecnología por valor de 40 millones. En la parte educativa, las conocidas becas para estudiar en el extranjero reciben 10 millones al año.

Desde la Fundación Amancio Ortega tampoco consideran que lo suyo sea una sustitución de las funciones del sector público. Prefieren hablar de "acompañamiento". "Aportamos algo más", señalan fuentes de la institución. "Nuestra voluntad es que todos los programas en el terreno que sea -continúan- planteen acciones que sean muy prácticas, con un retorno lo más rápido y eficiente posible y un enfoque universal y transversal en cuanto a los beneficiarios". En su caso, más de medio millón.

Evidentemente, en Galicia hay muchas fundaciones más allá de las que están ligadas a empresas potentes o grandes patrimonios. Pero son estas últimas a las que se mira con especial interés por el fenómeno de la filantropía en tiempos de escasez. A pesar de que también existan ejemplos de entidades que quieren sobrevivir por sí mismas. Como Paideia. La creación de Rosalía Mera, cofundadora del imperio textil gallego, que quedó en manos de su hija Sandra Ortega tras su fallecimiento. El gasto en 2015 ascendió a 1,9 millones de euros. Además de la aportación de Rosp Corunna, el holding empresarial de la familia (18,2%), la entidad recibe subvenciones (13%), pero el 63% son ingresos propios por la actividad que realiza, incluidas sus empresas de economía social en las que están empleados trabajadores con discapacidad.

Paideia comparte misión con la Fundación María José Jove. Los colectivos sensibles. Infancia y personas con diversidad funcional en el proyecto que el empresario Manuel Jove impulsó tras el fallecimiento de su hija mayor. "Son casi quince años de trabajo y parece que fue ayer cuando comenzamos nuestra labor social, siempre guiada por el espíritu de María José Jove, madre joven y comprometida", cuentan.

La inversión de la Fundación María José Jove se mantiene estable en los últimos tres años alrededor de los 2,5 millones para abordar esos dos segmentos sensibles de la población desde el punto de vista de la educación, salud, ocio y promoción cultural, "siempre creyendo en lo que hacemos, con una gestión con criterio empresarial y cuidando la innovación para cubrir áreas que en un momento no lo están". Algo que se evidenció con claridad en Galicia durante estos años de crisis ante la desaparición de esas casi 150 fundaciones y el freno de la acción de las administraciones. "No obstante, nosotros, que nos financiamos en exclusiva con los ingresos de la residencia universitaria Rialta en A Coruña, las aportaciones de la familia fundadora y con donaciones -apuntan-, creemos que son tantas las necesidades en nuestra sociedad actual que hay espacio para todos para poder ayudar a los demás".