Galicia se queda sin relevo generacional. No es un problema nuevo, pero el paso del tiempo lo agrava sin que existan medidas concretas que ayuden a paliar una situación que amenaza con ir a peor, como apuntan todos los indicadores demográficos. En 2015, nacieron en la comunidad 7,12 niños por cada 1.000 residentes. Otro mínimo histórico, según los datos del Instituto Galego de Estatística (IGE) que llegan hasta 1975, cuando el número de alumbramientos superaba los 16. La pérdida de habitantes golpea de lleno al mercado laboral, donde cae sin tregua la llamada población activa: los mayores de 16 años en disposición de trabajar. Al cierre del primer trimestre de este 2017, eran 1,25 millones de gallegos, la menor cifra desde mediados de 2003. De ellos, solo el 13% tenía entre 16 y 29 años, la horquilla de edad en la que más se está notando la sangría por el desplome de la natalidad y la emigración. A pesar de la mejora evidente en la formación del colectivo, el sector servicios sigue siendo la primera opción para emplearse. Prácticamente uno de cada tres jóvenes gallegos es camarero o dependiente.

Los servicios emplean a 36.300 menores de 29 años de un total de 118.900 que están ocupados. El porcentaje de jóvenes vinculados a la restauración, el comercio o actividades personales no baja. En 2009, de hecho, era menor, del 29%. A pesar de que el perfil de la formación no deja de mejorar. La mayoría de los trabajadores de esas edades en Galicia, más de 55.000 (47%), cuenta con educación superior.

Los que no tienen ningún tipo de preparación o solo estudios primarios únicamente suponen el 3,4% (4.100). La cifra choca con los 10.600 que hay en ocupaciones elementales. Los técnicos y profesionales científicos e intelectuales son 20.500. Aquí sí se nota la mejora de la cualificación de la población joven gallega: en 2009 eran el 14% de los ocupados y en 2017 superan el 17%.

A finales de marzo, en Galicia estaban trabajando 2.000 jóvenes menos que en diciembre, aunque en comparación con el primer trimestre del pasado año, el aumento es de 1.600. Respecto a 2009, la ocupación entre los habitantes de 16 a 29 años está muy, muy lejos de recuperarse: la caída alcanza los 92.700 empleos.

El punto de inflexión en el mercado laboral gallego tras la dura crisis económica está en el primer trimestre de 2014, cuando la comunidad tocó suelo en la ocupación (solo 982.800 trabajadores) y pisó el freno en la destrucción de empleo. En lo que va de cambio de ciclo, a pesar de las oscilaciones propias de las contrataciones de verano o campaña de Navidad, el empleo aumentó un 5,2%. En el caso de los jóvenes, solo un 1,6%. La tasa de paro, en cambio, no tiene nada que ver con la que este segmento de población registraba en el arranque de 2014, de un 40%. Actualmente asciende al 26,5%, la más baja desde el segundo trimestre de 2010, en plena primera recesión. Lo llamativo es que en esas fechas existían 70.000 jóvenes ocupados más. ¿Cómo es posible eso? ¿O por qué con un alza tan pequeña respecto a 2014 la tasa de paro ha descendido casi 15 puntos? Por la merma del colectivo. En los últimos ocho años, Galicia se ha quedado sin el 41% de los activos de 16 a 29 años: 112.000 menos, una media de 40 por día.