Ferroglobe, la multinacional a la que Ferrotlántica pertenece desde 2015, ha pasado a la acción. El grupo encajó mal el veto de la Xunta a la venta de las centrales hidroeléctricas que explota en las comarcas de Fisterra y A Costa da Morte y ya cuando el Gobierno de Núñez Feijóo hizo pública su decisión el pasado día 26 advirtió de que habría consecuencias, pero no ha tardado ni una semana en lanzar su contraataque y por diversos flancos.

Mientras los técnicos de la multinacional analizan la resolución de la Xunta para recurrirla por vía administrativa -paso previo y preceptivo antes de desatar la batalla judicial- la dirección de la compañía se ha encargado de soltar una importante carga de profundidad en forma de advertencia a la plantilla: Galicia ya no le resulta interesante para invertir y el único proyecto diseñado, desarrollado e incluso financiado en parte con fondos de la comunidad, el del silicio ferrosolar, puede irse íntegramente a Ciudad Real.

La compañía desarrolla desde hace diez años en Sabón un proyecto piloto de I+D+i para la fabricación de silicio de alta pureza para su uso en paneles solares fotovoltaicos, baterías de móvil y de automóviles eléctricos. Ferroatlántica creó incluso una empresa, Silicio Ferrosolar en el polígono arteixán de Sabón que da empleo a unas 30 personas y ha recibido subvenciones de la Xunta, tanto durante la etapa del bipartito como en la del actual Gobierno, según los sindicatos. Gracias al trabajo desarrollado en Sabón en la última década, Ferroatlántica ha llegado a la conclusión que el producto, más barato y contaminante que el que existe en el mercado, es viable y puede fabricarlo a escala industrial, unas 3.000 toneladas al año.

El proyecto siempre estuvo amenazado de deslocalización a Puertollano, Francia, Sudáfrica o Canadá y por eso el comité de empresa de Sabón alertó a la Xunta el verano pasado de ese riesgo, que entonces veían inminente. El Gobierno gallego movió ficha, o en palabras de su presidente, Alberto Núñez Feijóo, le "hizo saber" a Ferroatlántica que Galicia "entendería mal" el traslado de un proyecto Made in Arteixo. Semanas después, en medio de la campaña electoral a las autonómicas, la empresa hizo público el proyecto y una inversión en Sabón de 42 millones que supondría crear 90 empleos directos y 150 indirectos. Y Feijóo se atribuyó un triunfo.

Ferroglobe sin embargo tardó un mes en matizar ese anuncio e incluir este proyecto en el plan industrial a desarrollar si, y solo si, la Xunta le permitía cambiar la concesión de las hidroeléctricas y venderlas a un fondo canadiense. El plan preveía además que la última fase de ese proceso de producción se completase en otra fábrica de nueva construcción en Puertollano (Ciudad Real), que absorbería el 64% de la inversión total prevista (76 millones de euros), y generaría 130 empleos directos y 250 indirectos.

Pero el no de la Xunta a la venta de los saltos de agua ha cambiado de nuevo el escenario y Ferroatlántica ha decidido devolverle a Feijóo la advertencia que éste le lanzó hace un año. Y lo hizo a través de los sindicatos, en una reunión celebrada el pasado martes en Madrid.

"Los portavoces de la empresa nos trasladan que está reconsiderando toda su expansión industrial tras la resolución de la Xunta porque tiene una situación económica complicada. Cree que el silicio solar es un proyecto de futuro pero claramente dice que como a Galicia parecen no interesarle sus proyectos, la localización de ese desarrollo a lo mejor tiene que llevarse a otro lugar que esté más interesado", relató a este diario Roberto Teixido, responsable del metal de UGT en las comarcas de A Coruña y Cee, tras la reunión.

La reacción de Ferroglobe no sorprende a los trabajadores, sobre todo después de que el día que recibió la negativa de la Xunta a la venta de las hidroeléctricas anunciase en caliente la paralización del proyecto en Arteixo. "Carece de sentido mantener en Sabón las actividades de Silicio Ferrosolar, que serán paralizadas de inmediato, una vez que se tramiten las medidas laborales correspondientes", dijo la compañía en un comunicado de prensa. Esas medidas de momento no han sido iniciadas, ni tan siquiera planteadas oficial o oficiosamente a la plantilla durante la reunión de la semana pasada en Madrid. La empresa sólo comunicó a los sindicatos que actualmente estudia "agruparlo en un proyecto menor y más compacto cuya localización se estudiará".

De cumplir Ferroglobe su advertencia, Silicio Ferrosolar pasará de ser un proyecto compartido entre Arteixo y Puertollano a trasladarse íntegramente a Ciudad Real, donde por otra parte ya estaba prevista la fase de más alto valor añadido. Ferroatlántica sin embargo no ceja en su estrategia de presionar al Gobierno de Feijóo. Los responsables de la Xunta fueron conscientes desde un principio de que cualquiera que fuese su decisión sobre las centrales de Ferroatlántica, habría descontento; bien de los alcaldes, trabajadores y vecinos de Fisterra y A Costa da Morte; bien de los de Arteixo, que como las federaciones nacionales de UGT, CCOO, USO y SU votaron a favor del plan industrial que incluía la venta de las centrales, exigieron el respaldo de los grupos políticos representados en el pleno del Concello de Arteixo y abrieron un cisma sindical con la CIG y con sus compañeros de Cee y Dumbría.

La decisión fue del ente Augas de Galicia, titular de las concesiones de los saltos de agua, se apoyó en un informe de la Asesoría Xurídica de la Xunta que considera que la petición de Ferroglobe "no reúne las condiciones necesarias ni cumple los requisitos legales", y apagó la movilización social que desde octubre protagonizaba la plantilla y los alcaldes de Fisterra y A Costa da Morte. Pero amenaza con abrir otro. La plantilla de Arteixo ya ha solicitado dos reuniones urgentes al conselleiro de Economía, Emprego e Industria, Francisco Conde, de momento sin respuesta.

"En los últimos años cerraron en Sabón dos actividades perfectamente viables; Perfialsa y Emesa Trefilería y fueron trasladadas a Navarra y Portugal. En los dos casos la Xunta fue advertida del peligro y su ineficacia y la falta de personalidad de Feijóo y de Francisco Conde dio ese resultado", clama Roberto Teixido.

Ferroatlántica pertenece al grupo Villar Mir, que en 2007 planteó una estrategia similar a la actual contra el Gobierno central por el precio de las expropiaciones de terrenos necesarios para construir la vía del AVE entre Santiago en Ourense a su paso por las minas de Serrabal (Entre Vedra y Boqueixón) -precisamente donde se extrae el cuarzo de alta pureza que da sentido al proyecto del silicio solar-. Villar Mir llegó a pedir 900 millones de euros que acabó por rebajar a 270 millones y luego, a 71. Obtuvo 347.000 euros y hasta el Supremo respaldó la decisión del Estado.

Durante el conflicto, a Villar Mir se unieron los trabajadores de Serrabal y hasta los de Ferroatlántica que exigieron la variación del trazado en defensa de los puestos de trabajo porque las obras suponían enterrar 144 toneladas del cuarzo más puro del mundo.

El proyecto de Sabón ya fue empleado entonces para defender los intereses de la empresa. "En el caso de que por los efectos del tren de alta velocidad se redujeran sustancialmente las reservas explotables de cuarzo fotovoltaico de Serrabal, habría que trasladar a otras fábricas del grupo Villar Mir, previsiblemente a Suráfrica, la tecnología desarrollada en Galicia y los equipos de investigación", advertía entonces un informe de Ferroatlántica sobre su proyecto de Silicio Ferrosolar. Villar Mir sostenía entonces que preveía invertir 367 millones de euros y crear cien nuevos puestos de trabajo con este producto de alto valor añadido.