La experiencia es, sin duda, una apoyo valioso en el día a día de una empresa. Entre otras cosas ayuda a aguantar el temporal por el conocimiento adquirido en otras etapas de crisis. Pero no es una garantía de supervivencia. Una cuarta parte de las empresas gallegas que entraron en concurso de acreedores en los últimos años tenía más de dos décadas a la espalda, cuando las cuentas dejaron de estar equilibradas, según los datos del INE y el IGE.

Estas cifras rompen la idea de que el parón económico se llevó por delante a las empresas alumbradas al calor del último periodo de bonanza. Son minoría. El 10% no había cumplido ni cuatro años. Con entre cinco y ocho años en el mercado se fue el 20%. En el caso concreto de lo ocurrido en la primera mitad de este año, el peso de las empresas más antiguas en los concursos de acreedores se elevan hasta el 30%.