El valor de Ferroglobe, la multinacional a la que desde 2015 pertenece Ferroatlántica, ha subido en Bolsa desde mayo el triple de lo que sus directivos pretendían obtener con la venta de las centrales hidroeléctricas de A Costa da Morte y Fisterra, vetada por la Xunta el pasado 26 de julio, hace poco más de un mes. Ni la polémica generada en Galicia en torno a la solicitud que la compañía presentó a la Xunta para transferir la explotación de los saltos de agua al fondo de inversión canadiense Brookfield ni la negativa del Gobierno autonómico -que, según Ferroatlántica, pone en peligro las instalaciones gallegas y el personal asociado a ellas- han pasado factura a la evolución de las acciones de Ferroglobe en el Nasdaq.

La compañía tenía al cierre del 31 de agosto un valor en Bolsa (capitalización) de 2.318 millones de euros, fruto de un espectacular rally de sus acciones, que en sólo tres meses acumulan una revalorización del 55%. La cifra es 823 millones de dólares (693 millones de euros) superior a la que el Nasdaq le daba el 11 de mayo (1.494,9 millones), cuando Ferroglobe presentó su solicitud a la Xunta. Esos 823 millones de dólares triplican los 270 (255 millones de euros) brutos que Ferroatlántica pretendía obtener con la venta de sus hidroeléctricas y casi quintuplican la cifra neta (165 millones de dólares; 153,4 millones de euros).

Las acciones de Ferroglobe cerraron el mes de agosto a 13,49 dólares, frente a los 8,7 dólares que valían el 11 de mayo. Esa fue la fecha escogida para presentar a la Xunta su plan industrial con 200 millones de euros de inversión y la creación de 900 empleos, la mitad de todo ello en Galicia. Si el Gobierno autonómico daba su visto bueno a cambiar el título concesional de las centrales y eliminar la prohibición de venderlas por separado de la fábricas de ferroaleaciones de Cee y Dumbría, a las que están unidas, la comunidad recibiría una inversión millonaria.

La oposición de la Xunta tampoco parece haber pasado factura a la cotización de Ferroglobe, que desde que el pasado 26 de julio recibió la negativa a la venta, subió en Bolsa un 5%, al pasar de los 12,8 dólares por título a los 13,4 del 31 de agosto.

Lo cierto es que la marcha de la compañía en Bolsa se debe a la subida de los precios de los productos que comercializa (derivado del alza general en el precio de los metales), lo que, es de prever, anticipa unos mejores resultados económicos para el fin del presente ejercicio. La subida de las acciones no supone por tanto que la compañía haya incrementado sus ingresos en ese volumen y no precise el capital que pretendía obtener de la operación de venta, pero sí anticipa una mejor situación financiera para el grupo.

Y es que Ferroglobe puso en venta los saltos de agua poco antes de reconocer ante los representantes sindicales de sus centros en España que estaba en una "situación límite". La operación en A Costa da Morte buscaba saldar un contrato de leasing para reducir su deuda y poder optar a nuevos créditos, bloqueados por la banca. La multinacional tuvo que refinanciar su deuda (de unos 350 millones) y los acuerdos alcanzados con las entidades financieras le impiden incrementarla, ni siquiera para optar a los créditos concedidos por el Gobierno para la fábrica de silicio solar de Sabón. Los bancos acreedores le imponen una ratio mínima de deuda/ebitda (beneficio operativo) que no puede traspasar. Por eso en febrero tuvo que emitir deuda para evitar incurrir en riesgo de quiebra técnica y mantener así el auxilio de la banca.