La Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) todavía no ha iniciado la investigación para esclarecer las causas por las que Galicia cuenta con los precios más altos de todo el país en cuanto a combustibles pese a que su presidente, José María Marín Quemada, se comprometió el pasado mes de mayo (durante su visita a Galicia) a identificar sus causas "en el plazo más breve posible". Como reconocen fuentes de este organismo, el caso se encuentra todavía en una fase de estudio preliminar. En esta etapa los investigadores de la CNMC se encargan de las tareas de "supervisión y monitorización diaria" de los precios de los combustibles. Lo que buscan son indicios de prácticas anticompetitivas que puedan ser objeto de investigación. Una teoría que fue sugerida por el propio presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, cuando hace dos años denunció que los precios del gasóleo eran "más caros" en la comunidad gallega porque las operadoras "pactaban" las cotizaciones.

Sería solo en el caso de que las pesquisas apunten en esta dirección, a la existencia de un cártel, cuando el organismo presidido por Marín Quemada incoaría un expediente sancionador contra los operadores responsables de estas prácticas distorsionadoras del mercado. Mientras tanto, no hay investigación iniciada, no hay conclusiones y los precios en Galicia continúan siendo los más prohibitivos para los conductores. Y va a peor.

Los datos que aporta cada día el Ministerio de Energía -y que supervisa la CNMC- revelan lo mismo que el informe que encargó la Xunta en el año 2014 al Consello Galego da Competencia (CGC): que los conductores gallegos se siguen enfrentando a los precios más elevados de todo el Estado cada vez que se disponen a llenar los tanques de sus vehículos de combustible. Y es que, pese a que en suelo gallego se encuentra una de las diez refinerías que existen en España -la de Repsol, en A Coruña-, el precio final del carburante más empleado en la comunidad, el gasóleo, es de 1,163 euros el litro de media, frente a los 1,104 euros del promedio estatal. Y la diferencia, lejos de reducirse, está aumentando. Si en enero el precio del combustible era en Galicia un 2,8% superior al del conjunto de España, en la actualidad la brecha es ya de casi el doble, el 5,3%. Una horquilla que se abre todavía más en las provincias de Ourense y Pontevedra, donde el litro de diésel se dispara hasta los 1,192 y los 1,171 euros el litro, respectivamente.

Una de las tareas que tiene por delante ahora el organismo presidido por Marín Quemada es depurar los datos para identificar hasta qué punto estos mayores precios se deben a la concentración del mercado -Repsol ya no puede abrir gasolineras en Galicia este año al superar el 30% de cuota de mercado-, a prácticas en detrimento de la competencia u otros factores. En el precio final de los combustibles influyen los tributos aplicados por cada una de las comunidades, como el Impuesto Especial sobre Hidrocarburos, con un tramo estatal y otro autonómico, que en este último caso puede llegar hasta los 4,8 céntimos por litro. El antes conocido como céntimo sanitario cobrado en Galicia está en ese máximo, a la cabeza de España junto con otras cinco comunidades. En las otras autonomías que aplican el tramo máximo del impuesto, sin embargo, el carburante es más barato que en territorio gallego.

El informe del Consello Galego da CompetenciaConsello Galego da Competencia detallaba que en Galicia existen "peculiaridades" que "podrían explicar" un encarecimiento superior a la media nacional a la hora de llenar el depósito del coche, como que la presencia de las grandes marcas, las que también se mueven en los precios más altos, sea mayor en la comunidad que en el resto del Estado, sin que la refinería coruñesa tenga efecto amortiguador en el precio. Ese grupo de firmas de referencia en la actividad manejaba entonces una cuota en Galicia de alrededor del 75%, que en algunas provincias rozaba incluso el 80%.