En pleno debate sobre la conveniencia o no de cerrar las centrales térmicas de carbón -a raíz de la solicitud presentada por Iberdrola al Gobierno para clausurar las que tiene en Lada (Asturias) y Velilla (Palencia)-, las dos instaladas en Galicia registran importantes niveles de actividad. La sequía y la ausencia de viento en buena parte de lo que va de año -lo que provocó que cayese la oferta de energía hidráulica y eólica- favorecieron que las plantas de Meirama (Cerceda) y As Pontes estén a pleno rendimiento y elevasen casi un 20% la producción de electricidad en relación con 2016 para ayudar a cubrir la demanda del sistema.

La central térmica de Meirama acumula en los once primeros meses del año una producción de 2.196 gigavatios hora (GWh), frente a los 2.311 GWh sacados al mercado en todo 2016, según los datos facilitados por la firma propietaria de la planta, Gas Natural Fenosa. Esas cifras equivalen a que, de media hasta noviembre del año pasado, la central cercedense generó unos 2.120 GWh de electricidad, lo que implicaría un repunte de la producción del 3,6%. Sin embargo, a diferencia del ejercicio precedente, la planta de Meirama estuvo parada por trabajos de mantenimiento unos 40 días en 2017 (entre el 1 de abril y el 10 de mayo) por lo que la media diaria de producción, descontando este parón, ascendió a 7,46 gigavatios hora, frente a los 6,3 GWh de un año antes, lo que deja el aumento de la producción en el 18,5%.

En el caso de la térmica de carbón de As Pontes, propiedad de Endesa, el incremento de la actividad en lo que va de año es levemente superior, del 19%, al pasar de los casi 6.370 gigavatios hora generados entre enero y noviembre del año pasado a los cerca de 7.594 obtenidos en el presente ejercicio. El repunte de la producción fue aún mayor -aunque es difícil de cuantificar- si se tiene en cuenta que dos de los cuatro grupos con los que cuenta la central pontesa fueron sometidos a revisión este año, "lo que implica que estén fuera de servicio unos 45 días en cada caso", según aclararon fuentes de la energética presidida por Borja Prado.

La escasez de energía eólica e hidráulica -la electricidad más barata- por las anómalas condiciones meteorológicas en Galicia durante 2017 favorece que el sistema tenga que recurrir a fuentes más caras, como las térmicas de carbón o de ciclo combinado, que entran de últimas para cubrir la demanda. Una situación que también ha beneficiado a la central de ciclo combinado de Sabón, propiedad de Gas Natural Fenosa. La planta arteixana generó hasta octubre 223,7 gigavatios hora de electricidad, frente a los 189 GWh de todo 2016. La media mensual fue el año pasado de 15,75 GWh, frente a los 22,37 del presente ejercicio, lo que deja un repunte de la producción del 42%.

El debate sobre la conveniencia o no de cerrar las centrales térmicas de carbón surgió tras la solicitud de Iberdrola -el mes pasado- al Gobierno para que autorice la clausura de las plantas de Lada y Velilla. El ministro de Energía, Álvaro Nadal, ya advirtió, sin embargo, de que la política y el mix energético son cosa del Ejecutivo y que prescindir de las térmicas de carbón encarecería un 15% el precio de la electricidad.

En cuanto a las dos centrales de carbón presentes en Galicia, la de As Pontes -la principal planta eléctrica de España- ya tiene vía libre para alargar su vida otros 20 años después de 2020 una vez que el Gobierno aprobó los trabajos propuestos por Endesa para adaptar la central a las exigencias de la nueva directiva comunitaria de emisiones industriales. La eléctrica invertirá 216 millones de euros para lograr la reducción de las emisiones de óxidos de nitrógeno y de dióxido de azufre al 50%.

Mientras, Gas Natural Fenosa, que tiene presupuestadas en 120 millones las obras para actualizar la central de Meirama y reducir sus emisiones a la atmósfera un 60%, aún no ha decidido qué hará con las instalaciones de Cerceda más allá de 2020. La eléctrica presidida por Isidro Fainé prevé adoptar una decisión a finales de este año o principios de 2018 pues el tiempo apremia y las obras de adaptación de la central durarán unos dos años.