El comienzo de 2018 supuso la llegada de las lluvias y de los temporales de viento y puso fin a un 2017 atípico en cuanto a las condiciones meteorológicas, una situación que se trasladó también al sector energético. La sequía y el buen tiempo registrados el año pasado provocaron un importante descenso de la producción de energía renovable, tanto eólica como hidráulica, y que el sistema tuviese que recurrir a fuentes de generación más caras como los ciclos combinados o las térmicas de carbón. Las dos centrales existentes en Galicia -la de As Pontes y la de Meirama (Cerceda)- cerraron un año en el que estuvieron a pleno rendimiento, con niveles de actividad poco habituales en los últimos ejercicios.

La planta pontesa acabó el ejercicio con una producción cercana a los 8.366 gigavatios hora (GWh), la mayor cifra de los últimos cuatro años y un 16,6% superior a la de 2016, según los datos facilitados por Endesa, la empresa propietaria de la térmica. Y ese máximo del periodo 2014-2017 se produjo pese a que dos de los cuatro grupos con los que cuenta la central de la comarca del Eume fueron sometidos a revisión el pasado ejercicio, por lo que estuvieron fuera de servicio unos 45 días cada uno. "El año pasado fue muy seco y nada ventoso. Esta situación atípica dejó patente la importancia de contar con tecnologías de respaldo como las térmicas para mantener la producción y compensar la falta de renovables", detallaron a este diario fuentes del grupo energético presidido por Borja Prado.

Los 8.366 gigavatios hora producidos el año pasado en las instalaciones de As Pontes superan en ese casi 17% los 8.172 de un año antes y quedan también por encima de los 7.939 GWh sacados al mercado durante 2015 y los 7.302 del ejercicio anterior.

Mientras, la central de Meirama produjo el año pasado 2.467 gigavatios hora de energía, un 6,8% más que los 2.309 registrados en 2016. Sin embargo, a diferencia de hace dos años, en 2017 la térmica de Cerceda tuvo que hacer una parada de 40 días por trabajos de mantenimiento, lo que deja como resultado que la producción diaria pasó de 6,33 gigavatios hora en 2016 a 7,59 GWh el año pasado, un aumento de casi el 20%.

En el caso de la planta propiedad de Gas Natural Fenosa, la cifra de generación del año pasado -en el acumulado del ejercicio y pese a esa parada de 40 días- es la segunda más alta de los últimos cuatro años, solo superada por 2015, cuando produjo más de 3.136 gigavatios hora. Ese ejercicio, según fuentes de la eléctrica presidida por Isidro Fainé, fue también atípico, con mucha menos producción de energías renovables, especialmente en el caso de la hidráulica.

Un año antes, en 2014, la generación de la planta de Cerceda se quedó cerca de los 2.300 gigavatios hora, también por debajo de las cifras registradas el pasado ejercicio.

Estos elevados índices de actividad de las centrales térmicas gallegas se producen en pleno debate sobre la conveniencia o no de cerrar las plantas de carbón y apostar por las energías renovables. La controversia surgió el pasado noviembre tras la solicitud presentada por Iberdrola al Gobierno para cerrar sus térmicas de Lada (Asturias) y Velilla (Palencia)térmicas, una decisión que no gustó nada al Ministerio de Energía, poco partidario de prescindir de este tipo de centrales en el mix.

Los defensores del cierre de las instalaciones que generan energía mediante la combustión de carbón argumentan que la medida supone cumplir con los compromisos internacionales de reducción de las emisiones de dióxido de carbono (CO2) y apostar por energías cada vez más limpias. Además, sostienen que la electricidad producida por estas instalaciones es más cara y, por ser las últimas en entrar en el mercado para cubrir la demanda, es la que fija el precio de la energía y encarece el recibo de la luz.

Los detractores, sin embargo, defienden que el sistema español no está preparado aún para sacar del mercado las térmicas porque la red de renovables es insuficiente para atender la demanda. Y como ejemplo ponen casos como el del año pasado, en el que la escasez de lluvias y viento hizo necesario recurrir a la producción de energías alternativas como los ciclos combinados o las centrales de carbón. De no contar con esta alternativa, aseguran, habría "serios problemas" de suministro.