La Confederación de Empresarios de Galicia (CEG) parece decidida a perseverar en una estrategia que, de momento, no le ha funcionado: la de apurar plazos y llamar al consenso. Ayer la junta de vicepresidentes -conformada por los mandatarios de las confederaciones provinciales- acordó la celebración de elecciones en el plazo mínimo que fijan los estatutos: dos meses y 40 días. La fecha, el 10 de mayo. El objetivo, que aflore un nombre "de consenso" pese a la división evidente que existe en una confederación en la que Pontevedra participa al ralentí (acordó por unanimidad una ruptura temporal con la CEG), con Lugo amagando su salida y con un sempiterno líder, el coruñés Antonio Fontenla, que volvió a ejercer ayer de maestro de ceremonias. El mismo que hace un año rompía el consenso que habían acordado las cuatro federaciones provinciales con la candidatura de un Antón Arias que acabó por tirar la toalla antes de tiempo. Como antes pasó con José Manuel Fernández Alvariño y con Antonio Dieter Moure.

En CEG nadie quiere significarse, pero ayer se evidenciaron dos facciones: los que apostaban por celebrar los comicios "cuanto antes" y los que preferían darse un "plazo de reflexión" tras la dimisión de Arias, que se produjo hace menos de una semana tras haber perdido sus últimos apoyos. El presidente de Pontevedra, Jorge Cebreiros, lideró a los de la primera opción. Y, pese a la experiencia del año pasado, volvió a asegurar que en la Confederación existe un ánimo por alcanzar un "consenso". Cebreiros propuso que, en caso de que algún mandatario provincial quiera dar el paso, antes tendría que dejar su cargo. "No conozco a ningún empresario que quiera, tendría que estar loco", ilustraban ayer fuentes internas de la Confederación.

Las de mayo serán las cuartas elecciones de la patronal gallega en cinco años, tras las que designaron como patrón a José Manuel Fernández Alvariño, Dieter Moure y Antón Arias. El vigués fue el más longevo de los tres, pero su legislatura duró apenas dos años.