Eclosionaron en España con la alfombra roja de la doble recesión; unos, los de distressed debt (o fondos buitre), con la compra de negocios en peligro de liquidación y a precios de derribo; otros, los private equity, en compañías con potencial de crecimiento, como alternativa a la financiación tradicional y, en muchos casos, de familiares de segunda o tercera generación de su fundador. No ha sido un desembarco coyuntural y, advierten los expertos, su huella en la demografía empresarial "va a ir a más". También en Galicia, donde en los últimos cinco años han asumido un volumen de negocio superior a los 3.000 millones de euros. La automoción, la industria de transformación pesquera, la gerontología y el ladrillo han sido, de momento, las principales apuestas de unos actores que generan tanto recelo como algarabía. "Se pierde el vínculo de cercanía y se introducen parámetros rígidos de rentabilidad", analiza un empresario gallego de la pesca, tentado varias veces por los fondos. "Introducen una mayor profesionalización", expone un asesor de una operación en curso.

En las últimas semanas han sido seis las compañías -gallegas o asentadas en la comunidad- que han entrado en la órbita de fondos de inversión, tanto españoles como extranjeros: Reydel (antes Visteon), GKN Driveline, Iberconsa, Maderas Iglesias, Bimba y Lola y Nueva Pescanova. Las dos primeras, proveedoras de componentes de automoción, han cambiado ya de manos. Reydel, con 270 trabajadores en Salceda, dejará en un máximo de seis meses el portfolio del fondo buitre Cerberus por 201 millones de dólares (163 millones de euros al cambio actual) para integrarse en la india Motherson. La operación de GKN es mucho más cuantiosa: pese al rechazo de la dirección -y del Gobierno británico- los accionistas han aceptado vender la compañía por 9.230 millones al controvertido fondo americano Melrose, precedido de compras tras las que ha aplicado duros planes de ajuste. GKN emplea a casi un millar de personas en Vigo y factura unos 220 millones de euros anuales.

También bajo el paraguas o la propiedad de este tipo de sociedades están, de la automoción, BorgWarner (Vanguard Group, BlackRock, Boston Partners), Lear Corporation o TI Group. Y a los fondos se encomienda ahora Maderas Iglesias, que ni está en expansión ni genera el interés del private equity. La otrora líder en fabricación de tarima flotante de España ha iniciado contactos para traspasar un negocio menguante -facturó 16 millones en 2016- y con 290 empleados. Nada que ver con el escenario que se cierne sobre las tres restantes (Bimba y Lola, Iberconsa y Pescanova), valoradas en al menos 1.600 millones de euros. "Ahora -anticipa Vicente Martín, socio director de Zincapital, sobre la actividad de los fondos en Galicia- se avecina la segunda vuelta". En el momento en que la de complementos y textil y las pesqueras cambien de manos, traspasarán con ellas un volumen de ventas de 1.500 millones de euros y más de 14.000 empleados en todo el mundo.

Haz click para ampliar el gráfico

La miel que más interés de los fondos ha suscitado -y lo seguirá haciendo- es la pesca. Ya controlan la mayoría de Garavilla, la propia Iberconsa, Discefa e Hijos de Carlos Albo, además de players de relevancia en la Península como Angulas Aguinaga, Brasmar y Unión Martín.

"Las empresas deben ganar escala para poder competir", ilustra Miguel Martí, de Clearwater International. "En España hay muchas y buenas empresas, es un país potente. Pero son mayoritariamente de mediana dimensión y se convierten en objetivo", sostiene este experto. Por eso han tentado también a otras empresas gallegas como Interatlantic Fish o Fandicosta, que comercializan entre ambas casi 60.000 toneladas de productos del mar al año. Martí recuerda también la importancia del factor generacional, clave en la venta de Albo a Shanghai Kaichuang, controlada por el fondo público del Gobierno de Shanghái. "Cuando sus dueños no son de primera generación, sino de cuarta o quinta, hay diferencias entre quien quiere invertirlo para crecer y quien prefiere dividendo", indica este experto.

"La industria crece y es un sector que diversifica, por eso hay empresarios que están invirtiendo en el inmobiliario", destaca José Manuel Fernández, socio fundador de Lusco Asesores. Y el ladrillo ha sido otro reducto para los fondos, tanto a través de las socimis (Merlin y Lar España, de momento) como de los fondos buitre que han ayudado a la banca a digerir los excesos de la burbuja. Blackstone (interesado en Iberconsa) y Cerberus (que acaba de vender Reydel) poseen unos 1.900 inmuebles a la venta en GaliciaGalicia, con lo que son ya los mayores propietarios de estos activos en la comunidad gallega.