El presidente venezolano, Nicolás Maduro, ha convertido la guerra económica que asegura le hacen sus enemigos en una bandera de su campaña por la reelección, con estrategias que implican un mayor control de la población venezolana y que la oposición considera chantaje para arrodillar a los ciudadanos. Los comicios presidenciales se celebrarán el próximo día 20, pero la fiesta electoral es casi inexistente debido a la crisis económica que tiene a los venezolanos haciendo malabares con un salario consumido por la hiperinflación y sorteando las angustias de la severa escasez de alimentos subsidiados y de medicamentos.

Según Maduro y portavoces de su Gobierno, el pueblo está siendo víctima de "oligarcas" que dirigen esta guerra económica a la que atribuye la inflación desbordada, la ausencia de alimentos y medicinas, así como los fallos constantes en servicios como el suministro de agua y de electricidad. Bajo este escenario, Maduro aumentó el salario mensual en 95% (que lo ha dejado en unos 37 dólares) y anunció un incremento del 56% a los bonos que entrega a quienes se han registrado en un censo gubernamental para obtener el llamado "carné de la patria" por el que se ha propuesto controlar los beneficios sociales. Dictó un bono "único" especial para los obreros que, dijo, debe llegar a unos diez millones de trabajadores y anunció además el aumento de un bono dirigido a personas con alguna discapacidad y otro para las mujeres embarazadas, todos con cantidades que oscilan entre siete y 20 dólares.

Maduro dijo que aspira a que todos los que tienen el carné oficialista salgan a votar pues "esto es dando y dando" y subrayó: "Mientras más votos, más bonos".

Además activó un plan para hacer frente al "boicot económico" que hacen supuestas mafias que operan a la sombra del control de cambio estatal promoviendo una "tasa criminal" del dólar paralelo y se roban el cono monetario, y ha prometido que de obtener diez millones de votos acabará con esos mafiosos. En plena campaña electoral se han lanzado amenazas a los bancos que supuestamente estén colaborando con las mafias que hacen el "boicot" contra la moneda y a los supermercados que aumenten de modo exagerado los precios de los productos, una batalla en la que colocó a Banesco para justificar su intervención. Acusó a esa entidad de ser la causante de que se incrementen los precios de los productos y pidió los diez millones de votos para seguir adelante con su operación contra el supuesto "boicot económico" llamada Manos de papel y encarcelar a todos los corruptos que promueven esta especulación.

En su campaña el presidente pide "diez millones de votos" para dar "estabilidad económica a todas las familias" y dar "estabilidad" al carné de la patria. Es una cantidad de votos que no fue conseguida ni siquiera por su popular antecesor y mentor, el fallecido Hugo Chávez (1999-2013) y los últimos sondeos aseguran que la popularidad de Maduro ronda el 20%. Los adversarios de Maduro en la contienda electoral han denunciado que abusa de su poder al usar el canal del Estado para hacer estos anuncios y entregar beneficios mientras se encuentra en campaña electoral.

Sin embargo, no es la primera vez que el presidente venezolano realiza denuncias y sacudidas económicas en plena campaña, pues un mes antes de las elecciones municipales de 2013 Maduro anunció la intervención de una importante cadena de electrodomésticos y muchos atribuyen el triunfo del chavismo a la fuerte baja de precios de esos productos. Entonces, representantes de los comerciantes de Venezuela condenaron el uso electoral de la economía del país con fines electorales y denunciaron que las medidas tomadas por el Gobierno hicieron "muchísimo daño".

Hoy, más de cuatro años después la inflación de Venezuela es la más alta del mundo y muchos hurgan en la basura en busca de alimentos.