La ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, dio ayer por hecho que el diésel "tiene los días contados" porque su "impacto" ambiental es "lo suficientemente grave como para ir pensando en un proceso de salida" que permita el abandono de este carburante de automoción muy contaminante. Ribera defendió la "movilidad sostenible" y abogó por las "opciones eléctricas frente a las opciones fósiles". Su pronunciamiento no supone que se vaya a prohibir la circulación de los vehículos diésel sino que su tendencia será a desaparecer. "Puede durar más o menos", dijo, "pero hay que ir pensando" en su sustitución.

Esta transición no podría ser inmediata. Con datos de la Dirección General de Tráfico actualizados hasta 2016, en España existen algo más de 13,64 millones de vehículos (incluidas motocicletas) que consumen gasolina y 17,96 millones que se mueven con gasóleo, de manera que este carburante representa el 56,7% del parque automovilístico nacional.

El gasóleo, que fue visto como una solución más limpia porque emite menos dióxido de carbono que la gasolina, ha pasado a convertirse en el combustible más perseguido por su mayor emanación de monóxido y dióxido de nitrógeno, así como de partículas.

El Gobierno está considerando, entre otras medidas, equiparar el impuesto que grava el gasóleo con el de la gasolina. Que ahora el gravamen sea menor explica que este combustible sea más barato en las estaciones de servicio que su alternativa directa en el ámbito de los hidrocarburos para automoción, lo que se interpreta como una subvención de facto al combustible más contaminante. Esta discriminación favorable se ha justificado como incentivo para no dañar al sector del transporte público de viajeros y de mercancías, que utiliza motorizaciones diésel, salvo en contadas excepciones.

Ribera no confirmó que se vaya a equiparar la fiscalidad de gasóleos y gasolinas (aunque sugirió que es favorable) y se remitió a la ministra de Hacienda.