Que Galicia tiene un tejido productivo dominado por las minipymes es de sobra conocido. De hecho, es una de las limitaciones que los expertos señalan habitualmente para que la comunidad pegue un estirón y pueda consolidar la recuperación. A mayor tamaño, más posibilidades de financiación en buenas condiciones, de acceder al mercado internacional con seguridad y apostar por la innovación, que no falta en ninguna receta para adaptarse a la economía que viene. Algo más de la mitad de las empresas gallegas no tiene ningún asalariado. Su peso apenas varía. El volumen de sociedades sin plantilla alguna aumentó un 0,2% (246).

Una de cada dos de las nuevas empresas, hasta 957, tienen entre uno y dos empleados. Rondan el tercio del total. Otras 243 se mueven entre tres y cinco efectivos. Otras 155 alcanzan como mucho los nueve trabajadores y 177 están en la horquilla que va de los 10 a los 19. En este último caso, el incremento respecto al año anterior es del 4,5%, la segunda mayor subida del número de empresas por tramos de asalariados tras la que reúne a aquellas de 50 a 99: en números absolutos se elevaron en 35, pero en comparación con las que había el alza es del 5,7%.

Hay una empresa más que supera los 5.000 trabajadores y pasan de ser 8 a 9; dos menos entre las de 1.000 a 4.999 (27); seis más en las de 500 a 999 (36); y una reducción de siete en las de que 200 a 499 (143).