La subida de impuestos al diésel que el Gobierno prevé aplicar ya en enero pesará especialmente sobre los conductores gallegos. Al agravio de contar con los precios del gasóleo más elevados de toda España -solo por detrás de Baleares- se suma la profunda huella de este combustible en el parque autonómico de automóviles: 987.000 de los turismos que se desplazan por las carreteras gallegas utilizan este combustible. Representan un 66,7% del total, un porcentaje que solo Castilla-La Mancha supera, según los datos de la Dirección General de Tráfico (DGT).

Los usuarios gallegos claman contra una subida de impuestos (y de precios) al combustible que, según aseguran, no será eficaz para la lucha contra el cambio climático y que temen que recaiga de lleno sobre sus bolsillos ante la ausencia de otras alternativas de transporte por la elevada dispersión de la población.

La subida de impuestos la esquivarán, en un principio, los transportistas y los cerca de 30.000 autónomos gallegos que se desplazan a través de su coche, tal y como se comprometió la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, el pasado miércoles. Pero no los 960.000 particulares que tienen que se ven obligados a recurrir al automóvil para acudir a su puesto de trabajo. "A los que conducimos bastante se nos va a ir el coste en combustible por las nubes", avanza Diego Álvarez, un usuario que todos los días se ve obligado a recorrer dos veces los 75 kilómetros que separan su casa de su lugar de trabajo.

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Los planes del Gobierno para equiparar la tributación del diésel y la gasolina encarecerán en diez céntimos el litro -doce si se tiene en cuenta el IVA- el litro de gasóleo. Un sobrecoste de casi siete euros cada vez que se acuda a la gasolinera a rellenar un depósito tipo de 55 litros de capacidad que será difícil de sortear para algunos.

A diferencia de otras comunidades con más de dos millones de habitantes, como Madrid, Cataluña, Andalucía, País Vasco o Comunidad Valenciana, ninguna ciudad gallega cuenta con metro o cercanías. Su labor la realiza un servicio de autobuses con capacidad para conectar los diferentes puntos de las ciudades, pero que ofrece limitaciones a la hora de unir a distintos concellos. "El transporte público no es una opción en mi caso. Si lo utilizase tardaría más de una hora y media en llegar a Arteixo [donde trabaja], mientras que si voy por a autopista en coche tardo unos 20 minutos", apunta Cristian Sieiro.

El tarifazo al diésel, además, cogerá a los consumidores a contrapié. El hecho de soportar un menor gravamen que la gasolina animó a miles de conductores a optar por la compra de este tipo de vehículos en el pasado, que ahora ven cómo cambia el tablero. "No tiene ninguna lógica porque en teoría era la gasolina la que contaminaba más", critica Santiago Godoy. Los usuarios ven en la subida al diésel una excusa para recaudar más. "En vez de invertir y usar energías renovables, se carga todo el coste sobre los ciudadanos, como siempre", comenta Sergio Casado.