En Galicia hay hoy más empleo del que había en los años pasados, pero es más inestable. La tasa de temporalidad aumentó casi seis puntos desde 2014. Si hace cuatro años el 21,4% de los trabajadores tenía un contrato temporal, ahora es el 26,7%, casi seis puntos más. Este porcentaje supone que unos 222.000 asalariados gallegos tienen una ocupación con fecha de caducidad.

De hecho, el empleo de días bate récord en Galicia y se consolida como la modalidad más frecuente. El 95,9% de los contratos iniciales firmados en el mes de julio fueron temporales, frente al escaso 4,1% de indefinidos. El verano contribuye a elevar la eventualidad, pero la situación no es muy distinta durante el resto del año. En los siete primeros meses de este ejercicio, la tasa media de temporalidad fue del 94,6% en Galicia. Así es que de enero a julio, el paro bajó en solo en 21.601 personas pese a firmarse 619.997 contratos iniciales, según los datos recopilados por el Instituto Galego de Estatística (IGE).

Otra señal de precariedad es el empleo a tiempo parcial involuntario. El 57% de las personas contratadas por menos de 40 horas semanales en Galicia desean un trabajo de jornada completa pero no lo consiguen. Esa tasa, que sigue siendo relevante, se ha suavizado en los últimos trimestres.

Menor dinamismo laboral

El Foro Económico de Galicia valora que el mercado de trabajo gallego "mantiene la tendencia razonablemente positiva de los últimos trimestres" ateniendo a la evolución de la ocupación y la caída del desempleo "especialmente significativa en el caso del paro de larga duración". Sin embargo, el grupo de expertos ve "preocupante" tanto la "continua caída de la población activa, especialmente grave en el caso de la población de 25 a 34 años" como la "menor capacidad de creación de empleo en comparación con la media española", junto al incremento de la temporalidad y peso todavía elevado de la contratación parcial involuntaria. La precariedad y la falta de dinamismo del mercado laboral gallego favorece la emigración juvenil, un fenómeno que junto con la baja tasa de natalidad condena a Galicia a una pérdida progresiva de población activa y al envejecimiento de su mano de obra.