Pili Carrera no puede asumir en plazo el pago de la deuda contraída con entidades financieras y proveedores. Por eso la compañía textil, especializada en diseño, confección y comercialización de ropa infantil, ha solicitado el concurso voluntario de acreedores en el juzgado de lo Mercantil número 1 de Pontevedra. Y ha optado por esta vía tras haber "intentado hacer frente a la totalidad de los compromisos de pago por diversas vías sin que ninguna haya obtenido el resultado esperado". La firma de moda soporta una deuda a corto plazo -según la memoria anual de 2017 depositada en el Registro Mercantil- de 5,2 millones de euros (en total roza los siete millones), frente a un volumen de negocio de 7,6 millones y un patrimonio neto de 9,5. El pasado ejercicio elevó sus ventas un 8%, pero no pudo evitar unos números rojos de 177.500 euros.

Cuando el juez dicte el auto de entrada en concurso voluntario de acreedores decidirá si la actual dirección mantiene las facultades de gestión y la compañía deberá elaborar un plan de viabilidad y de pagos para satisfacer la deuda. Serán los acreedores los que deberán aprobarlo. Fuentes de la compañía trasladaron su "voluntad de continuar" sin emprender medidas traumáticas de empleo; la plantilla de Pili Carrera supera los 100 trabajadores. La empresa comunicó también ayer al comité la decisión de pedir el amparo de la ley concursal. El pasado marzo llegó a presentar en la Xunta un procedimiento de regulación temporal de empleo para 85 de los 100 trabajadores, pero una semana después desistió de este proceso. No se produjeron despidos en aquel momento.

"En un entorno complejo y competitivo, se ha visto incapaz de hacer frente a las obligaciones contraídas con sus acreedores en los plazos acordados", apuntó la compañía. "Seguimos trabajando con la nueva colección y demás", añadió tras comunicar la decisión de solicitar la antes conocida como suspensión de pagos. Asimismo la textil quiso enviar un mensaje de compromiso y vocación de continuidad a "clientes, red de tiendas propias, socios franquiciados y establecimientos detallistas".

Como apunta en su memoria anual, Pili Carrera se deshizo en primavera de un local en la calle Real de A Coruña, propiedad de Dafreixa SL, sociedad a través de la que la familia controla la textil. De los 574.000 euros que ingresó destinó más de 284.000 a la cancelación parcial y anticipada de deudas bancarias a largo plazo. En abril inició negociaciones con la banca con el objetivo de sellar una línea de crédito para poder pagar deudas. A la vista de la actual situación, esos trámites no tuvieron éxito. Solo con proveedores el pasivo en balance asciende a 2,3 millones de euros. El 2 de agosto de 2017 recibió un préstamo a través del Instituto Galego de Promoción Económica (Igape), con fondos del Banco Europeo de Inversiones (BEI), por importe de medio millón de euros, según la web de la Xunta. El objeto, "financiar circulante e inversiones".

El negocio de Pili Carrera mejoró el año pasado por el tirón de las ventas en la Unión Europea, con un alza del 21%. Pero en su principal mercado, el nacional, los ingresos se redujeron ligeramente, cerca de seis décimas. El "compromiso" de la firma de moda "pasa por continuar apostando como hasta ahora por un modelo de fabricación realizado en su centro de Mos (Pontevedra)" que, asegura, le ha permitido ser "reconocida a nivel internacional por su calidad y el diseño de sus colecciones". Entre los clientes de esta marca están las hijas del rey Felipe VI, las de los monarcas de Países Bajos o los nietos del presidente norteamericano, Donald Trump.