Pese a la creciente presencia de mujeres, el perfil mayoritario del autónomo (persona física) gallego es el de un hombre (57,9%) dedicado al sector servicios (62,1%), aunque también destaca en la comunidad una importante presencia de la agricultura (21,7%), por delante de la construcción (11,8%) y la industria (4,4%). Según los datos publicados por el Ministerio de Trabajo, la gran mayoría trabaja sin ningún asalariado a su cargo (78,3%) y centrado en una sola actividad (95,1%), frente a un porcentaje residual de autónomos con pluriactividad (4,9%).

En cuanto a la edad, la mayoría de los autoempleados gallegos está en la horquilla de 40 a 54 años (45,6% del total), mientras que los que superan esa franja representan el 30,3%, los de 25 a 39 años son el 22,8% y los menores de 25 tan solo el 1,3%. La estadística por nacionalidad es aplastante: el 97,1% son españoles frente al escaso 1,3% de autónomos extranjeros, muy por debajo de la media estatal, que se sitúa en el 10,3%.

Los autónomos gallegos destacan también por la longevidad de sus negocios. El 61% de ellos lleva cinco años o más ejerciendo su actividad -la media española es seis puntos inferior-. De tres a cinco años de antigüedad tiene un 11,7% del total y entre un año y tres, son el 15,1%. Entre los seis y los once meses están el 4,4% y otro 7,8% no llega al semestre, lo que revela una gran bolsa de autoempleo de corta duración.

En relación a las cotizaciones, los autónomos gallegos -y más aún los del resto del país- eligen pagar la base mínima (es la opción seleccionada por el 77% en Galicia y el 86% en el conjunto de España), los que los aboca a bajas pensiones de jubilación al final de sus carreras.