El acuerdo de libre comercio CETA entre la UE y Canadá supuso la eliminación de importantes aranceles en algunos productos que llegaban a ser superiores al 300%. Es el caso de los aplicados por las aduanas canadienses al sector agroalimentario, que, según el producto, iban desde el 0% hasta 313%, máximo que correspondía a la mantequilla. El pacto establece un periodo de desmantelamiento de esas tasas de hasta siete años, pero en el caso de productos como frutas y hortalizas, vino, bebidas alcohólicas y algunos productos agrícolas transformados la eliminación se produjo ya con la entrada en vigor del protocolo bilateral.

La UE, por su parte, establecía antes del CETA aranceles a Canadá de hasta el 12,8% por productos agroalimentarios, unos impuestos que se suprimirán en un plazo de siete años. Con su entrada en vigor, sin embargo, ya desaparecieron el 92,2%.

Otro de los sectores que más tasas sufrían por vender al país norteamericano antes de la firma del acuerdo era el de la ropa y calzado, con aranceles que iban del 8% al 18%. Al empezar a aplicarse el pacto desaparecieron. Lo mismo ocurrió con los productos textiles procedentes de Canadá, que antes la UE gravaba con entre el 4% y el 12% de su valor y ahora están libres de ese peaje.

Según un informe del Gobierno sobre el CETA, el acuerdo permite ahorrar más de 400 millones de euros al año a las empresas europeas solo en el pago de derechos aduaneros.