El Acuerdo Económico y Comercial Global entre la Unión Europea y Canadá (popularmente conocido como CETA, por sus siglas en inglés) cumplió el pasado 21 de septiembre su primer año en vigor. Este pacto bilateral aspiraba a "facilitar los intercambios comerciales y de inversión" entre los firmantes con el objetivo final de "contribuir al crecimiento de la producción y el empleo". Al menos la primera parte de sus objetivos se ha cumplido en el caso de Galicia pues los intercambios comerciales entre la comunidad y el país norteamericano aumentaron un 78,5% entre enero y julio de este año en relación con el mismo periodo del año anterior -antes de entrar en vigor el CETA-, según los registros de la base de datos de comercio exterior del Ministerio de Industria, Comercio y Turismo. Las transacciones entre empresas gallegas y canadienses ascendieron a 54,9 millones de euros en los siete primeros meses de 2017 y en el mismo periodo del presente ejercicio rozaron los 98 millones.

Los datos recopilados por el departamento que dirige Reyes Maroto revelan, sin embargo, que el acuerdo comercial ha sido más beneficioso para Canadá que para Galicia en su primer año en vigor. Las compras de productos canadienses por empresas gallegas se dispararon un 270% tras los cambios en materia aduanera -con la eliminación de tasas en gran parte de los productos-, al pasar de apenas 11,8 millones entre enero y julio del año pasado a superar los 43,6 millones en el actual. El sector económico que más impulsó las importaciones gallegas desde Canadá fue el de los productos energéticos, que elevó sus transacciones casi un 500% (se multiplicaron por seis) al pasar de 6,5 millones a más de 38,8 millones. De hecho, este sector copó el 89% de las compras de empresas gallegas a compañías canadienses.

El segundo grupo de productos con más peso en las importaciones gallegas procedentes de Canadá es el de alimentación, bebidas y tabaco, con cerca de 2,4 millones hasta julio, con un descenso del 25% respecto a los 3,2 millones del mismo periodo de 2017. A continuación ya aparecen los bienes de equipo, con 1,5 millones de ventas con origen en territorio canadiense y destino en Galicia, más de un 50% por encima de los 954.000 euros de los primeros siete meses del año pasado. Las importaciones del resto de sectores de actividad (semimanufacturas, materias primas, manufacturas de consumo, sector del automóvil, bienes de consumo duradero y otras mercancías) ya quedan por debajo de los 400.000 euros de capital movido.

Las exportaciones de las empresas gallegas a Canadá, por su parte, aumentaron en mucha menor medida que las importaciones, ese 26%, impulsadas fundamentalmente por el aumento en los bienes de equipo, del 112%. Este sector es además el que registra mayor actividad, al concentrar más de la mitad de las operaciones, un total próximo a los 28,8 millones (frente a los 13,6 millones de 2017) para un global de la comunidad de esos 54,3 millones.

El segundo sector con mayor volumen de capital movido hasta julio es el de las manufacturas de consumo, con algo más de nueve millones, tras un descenso del 18% respecto a un año antes. A continuación aparecen las semimanufacturas, con 8,6 millones y una caída del 22%. Mientras, las ventas a Canadá de alimentación, bebidas y tabaco repuntaron un 161%, hasta superar los cinco millones, y las de materias primas un 62%, hasta poco más de un millón. El resto de ramas de actividad ya se quedan por debajo del millón en cuanto a exportaciones o incluso no registran transacciones, como es el caso de los productos energéticos.

El gran aumento de las compras gallegas en Canadá y la menor alza de las ventas provocó que el superávit comercial de las empresas de Galicia respecto a las canadienses se haya reducido considerablemente, un 66%. Si entre enero y julio del año pasado Galicia envió al país norteamericano 31,3 millones de euros más en productos que los que recibió, este año esa diferencia se redujo hasta poco más de 10,6 millones.

El acuerdo CETA entre la UE y Canadá busca facilitar los intercambios comerciales entre las dos zonas económicas pero también que las empresas de los dos lados del Atlántico puedan competir por contratos públicos en similares condiciones en ambos territorios.