La multinacional Alcoa no quiere seguir produciendo aluminio primario en sus fábricas de A Coruña y Avilés, pero tampoco ve con buenos ojos que acaben en manos de una empresa competidora, lo que añade dificultades a la búsqueda de una solución para la planta coruñesa y sus 369 empleos directos.

Ministerio de Industria, Xunta, Principado de Asturias y sindicatos intentan que la multinacional estadounidense reconsidere su decisión de cierre, en la que insistió anteayer en la reunión que las partes celebraron en Madrid. Si la postura sigue siendo inflexible en los encuentros previstos para las próximas fechas, las administraciones públicas activarán la búsqueda de posibles compradores dispuestos a mantener la actividad, aunque la decisión final corresponda a Alcoa. Varias empresas ya se han dirigido tanto al Ministerio de Industria -tal como confirmó ayer el delegado del Gobierno en Galicia, Javier Losada- como al Gobierno del Principado asturiano para interesarse por las plantas que pretende cerrar Alcoa. Como adelantó este diario, entre esas empresas dispuestas a negociar la compra de la fábrica de A Coruña está Klesch, grupo propiedad del millonario angloamericano Gary Klesch. Con sede en Ginebra, el grupo está especializado en invertir en compañías que operan por debajo de su potencial para reestructurarlas y relanzarlas. Klesch Group posee actualmente una refinería de petróleo en el Norte de Alemania y tiene también intereses en el ámbito de los metales, minería y gas.

Sin embargo, fuentes al corriente de los contactos que ya se han producido entre administraciones y empresas destacaron que, de entrada, Alcoa no aceptará una posible venta al grupo Klesch porque esa compañía trata de ganar tamaño en el sector de las materias primas y la ve como un posible competidor. Las mismas fuentes apuntaron que Alcoa es reticente a traspasar sus negocios a cualquier competidor directo en un mercado, el del aluminio, en el que cada vez tienen más peso las empresas chinas (como Hongqiao Group, Chalco y Shandong Xinfa) y en el que uno de los principales actores, la canadiense Alcan, nació como escisión de la propia Alcoa.

Las federaciones de Industria de CCOO y UGT han emprendido una estrategia de sumar apoyos contra los cierres de las factorías de A Coruña y Avilés fuera de España, elevando el conflicto a las instituciones europeas. Los sindicatos insertan las clausuras de ambas plantas de aluminio primario en el contexto de la guerra comercial desencadenada por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, contra la Unión Europea y otras áreas económicas, y la imposición de aranceles del 10% por la Casa Blanca al aluminio europeo, que entraron en vigor el 1 de junio. Las organizaciones sindicales buscan el respaldo de la Comisión Europea bajo la premisa de que los cierres en España forman parte de la ofensiva proteccionista de Trump. El aluminio que Alcoa no produzca en Europa se importará desde Estados Unidos, alegan las centrales sindicales.

Las plantas coruñesa y asturiana exportan a Europa y no a EEUU pero el conjunto del mercado mundial de aluminio se ve distorsionado por las nuevas tasas penalizadoras de Estados Unidos a las importaciones procedentes de China, Europa y otras áreas.

Como precedente, el cierre de una planta de la estadounidense Tenneco en Asturias se frenó con la mediación de Bruselas, lo que favoreció la venta de la fábrica en 2016 al fondo alemán Quantum Capital, que retomó la actividad como Vauste.