No hay quien lo pare, viene a toda velocidad. El coche eléctrico está llamado, de aquí a unos lustros, a adelantar sin miramientos y con la quinta marcha puesta a los vehículos a combustión (aquellos cuyos motores funcionan con gasóleo o gasolina). Pero aún le queda un buen trecho para lograrlo. Ni la tecnología está aún lo suficientemente madura, ni la infraestructura eléctrica está preparada para soportar que todos los conductores necesiten enchufar su vehículo para recargar la batería. El viaje se prevé largo, aunque el Gobierno le quiere poner fecha límite prohibiendo que desde 2040 se puedan comprar y matricular más coches que los movidos por electricidad.

De momento, los argumentos a favor del coche eléctrico son tantos como los que van en su contra. Muy pocos dudan de que este tipo de vehículos es el futuro, pero están a bastante distancia de dominar el presente.

Así, de sopetón, el primer argumento en contra que se encuentra cualquier comprador es el precio. Tremendamente elevado. Un modelo de los normales ronda los 35.000 euros. Aunque esto puede cambiar de aquí a pocos años. Al menos así lo prevé el asturiano Adriano Mones, director regional de desarrollo de mercado de Phoenix Contact E-Mobility, que sitúa hacia 2023 el año en el que se producirá un punto de inflexión en el coste de estos vehículos. Será en ese momento, pronostica, cuando la demanda ya haya crecido tanto que los constructores tengan capacidad para fabricar en masa. No como ahora, que " son prácticamente artesanales", señala.

Mientras eso llega, los defensores del coche eléctrico van jugando sus bazas, basadas en los beneficios medioambientales de estos vehículos. Para empezar, "su implantación ayudaría a evitar las 30.000 muertes al año por emisiones de CO2 a la atmósfera". La movilidad eléctrica va ligada al desarrollo de fuentes de energías alternativas. Un mercado que, según el análisis del experto en energías renovables Juan Carlos Aguilera, "necesita impulso". A bote pronto, a Aguilera le salen estos argumentos a favor del coche eléctrico: "Su mantenimiento tiene un menor coste y el gasto en combustible es mucho menor", enumera. De hecho, a los primeros propietarios de un coche eléctrico la energía con la que alimentar las baterías de sus vehículos les puede salir gratis.

El de la recarga es, por el momento, otro de los puntos que juegan en contra del desarrollo del coche eléctrico. El "lleno, por favor", que en los vehículos con motores a gasóleo y gasolina tarda solo unos minutos, en puede tardar horas de enchufarse a la red. Y, encima, muchos fabricantes desaconsejan abusar de las recargas ultrarrápidas, que tardan unos 15 minutos, porque pueden ser perjudiciales para las baterías. Además, ese tipo de "electrolineras" de carga ultrarrápida necesitan aún replantearse cómo solucionar algunos problemas como hacer que los cables no se sobrecalienten durante la recarga (como ocurre ahora) o hacer más ligera la manguera del enchufe.

La idea para el futuro es que haya enchufes en las cocheras de cada edificio de viviendas, en los parkings de trabajo o restaurantes, para que mientras que se esté haciendo otra cosa se pueda dejar el turismo conectado a la red.

La tendencia va al alza, pero las ventas van aún con el freno de mano echado. Parece que aún siguen pesando demasiado los argumentos en contra. Para que las ventas cambien de marcha, Mones está convencido de que son necesarias más ayudas públicas, tanto para compradores como para las propias empresas vinculadas con esta tecnología. "Todos los programas de ayudas que se ponen en marcha se agotan enseguida", dice.

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