Alcoa justifica el cierre de las plantas de A Coruña y Avilés por problemas internos y externos. Entre los externos incluye el elevado precio de las materias primas (la alúmina), el coste de la energía y la sobrecapacidad de producción de China. A primera vista, entre esas causas confesables la última parece la más lejana, pero no es ningún cuento chino. El despegue económico de China de principios de los años noventa del pasado siglo se cimentó sobre la industria. El aluminio, que entonces comenzó a utilizarse para la construcción de automóviles, se convirtió en sector preferente y desde entonces su producción no ha dejado de crecer en el país asiático. Ni la crisis global que estalló en 2008 frenó la escalada.

China ya representa más del 55% de la producción total de aluminio, mientras que Europa representa aproximadamente el 8% y aproximadamente la mitad sale de la UE. En aluminio primario -que es lo que producen las fábricas de A Coruña y Avilés a partir de la alúmina que se funde en San Cibrao- la superioridad de China aún es mayor y las tres principales productoras del mundo ya son del país asiático.

Esas compañías son Hongqiao Group, Chalco y Shandong Xinfa, que han logrado empequeñecer a los que eran los gigantes del sector: la rusa UC Rusal, la canadiense Alcan y la estadounidense Alcoa.