Tras casi dos meses de protestas ininterrumpidas, los afectados por el anuncio de cierre de Alcoa han perfeccionado su puesta en escena. El naranja se ha convertido en el color de la esperanza para las 369 familias de A Coruña que se juegan su futuro en el ERE (expediente de regulación de empleo) de extinción que tramita la multinacional estadounidense. Camisetas de peche non, bengalas con humo del mismo color y hasta paraguas naranjas rotulados con el rechazo al cierre dieron ambiente a la protesta de ayer.

La manifestación, formada por medio millar de personas, partió a las 15.45 del edificio de Sindicatos y recorrió la avenida de Alfonso Molina con varias paradas hasta llegar a la rotonda de acceso al puente de A Pasaxe. Desde allí, la marcha desanduvo el camino hasta el punto de inicio bloqueando la entrada de la ciudad, lo que según la Policía Local causó retenciones breves desde la altura de la fábrica de armas hasta Santa Cristina.

Aunque el grupo fue menos numeroso que en anteriores movilizaciones -la primera manifestación congregó a más de 4.000 personas- clamó con energía contra el cierre de la fábrica. " Fóra ianquis, pandilla de mangantes" o " enerxía, solución" fueron algunos de los cánticos que se volvieron a oír de boca de la plantilla aluminera. También " a solución, unha intervención", un nuevo mensaje en el que los trabajadores inciden ahora para apelar al Gobierno a implicarse en el conflicto ante la negativa de Alcoa a retirar el expediente de despido colectivo.

Junto a la marea naranja, un grupo con camisetas amarillas -las de los trabajadores de Avilés- apoyó la protesta, con el respaldo de los sindicatos CCOO, UGT y CIG y diversos representantes políticos.