Alemania dio el viernes un emotivo adiós a sus "caras negras" y al carbón, antiguo motor del crecimiento de la economía, cerrando así un capítulo de la historia de su industria. Al término del servicio de los últimos 1.500 empleados de este sector, siete mineros subieron por última vez por el ascensor de servicio de la mina de Prosper-Haniel con un bloque de oro negro, extraído a unos 1.000 metros de profundidad.

Ante numerosas cámaras y un público considerable, se lo entregaron de forma simbólica al presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier. "¿Es un día difícil?", preguntó el jefe de Estado a Jürgen Jakubeit, quien trabajó en las profundidades más de tres décadas. "Un día muy difícil", respondió el minero, aún ataviado con su casco.

"Es más que un bloque de carbón, es una parte de la historia", consideró Steinmeier ante unos 500 invitados, entre los que estaba el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker.