El BBVA afronta otra semana complicada en medio del escándalo sobre las supuestas escuchas ordenadas al excomisario de policía Villarejo cuando aún presidía la entidad Francisco González, que se resiste a dimitir como presidente de honor del banco y de su fundación. El escándalo de los pinchazos telefónicos a una larga lista de personalidades españolas ha sido de tal magnitud que no solo preocupa a la actual cúpula del banco, deseosa de distanciarse todo lo posible y limpiar su reputación, sino que el Gobierno espera una pronta depuración de las responsabilidades relacionadas con el caso.

La ministra de Economía, Nadia Calviño, se expresó en esta línea el pasado jueves, al tiempo que aseguró que el Banco Central Europeo no les había trasladado preocupación por el BBVA, aunque algunos medios aseguraban que la institución pedía el cese del exbanquero, conocido como FG en círculos financieros.

El nuevo presidente del banco, Carlos Torres Vila, aseguraba a principios de semana en una carta remitida a la plantilla que actuaría "con la contundencia necesaria" para investigar las relaciones del banco con el excomisario Villarejo, que se ha convertido en su prioridad y la de su equipo. Torres Vila se mostraba "escandalizado" con las informaciones que empezaron a aparecer en los medios el pasado 9 de enero, pocos días después de que él accediera al cargo, y añadía que "de ser ciertas" se trataría de "conductas muy graves, deplorables" y "diametralmente opuestas" a los valores de la entidad, a lo que es y representa.

El que fuera consejero delegado del BBVA desde mayo de 2015 recuerda, además, que la entidad inició "ya el pasado junio" una investigación sobre las primeras informaciones, que decían que el banco había contratado y pagado varios servicios al Grupo Cenyt de Villarejo.