Las fuentes de energía renovable son, a la vez, líderes y víctimas en la batalla contra el cambio climático. Sin ellas es impensable acometer la fundamental transición hacia un modelo económico y social sostenible y alejado de los combustibles fósiles, pero son precisamente las más vulnerables ante el creciente número de eventos meteorológicos extremos con los que la naturaleza responde a la contaminación. Galicia lo vivió en su propia piel en 2017. La histórica alerta por la grave sequía que se prolongó durante más de un año dejó por el suelo la electricidad procedente de los embalses, impactó de lleno también en la generación eólica y arrastró la producción total a mínimos de los últimos doce años. Las tecnologías verdes aportaron entonces solo el 41%. Muy por debajo del 55% que alcanzaron el pasado 2018, que tampoco fue precisamente un periodo muy generoso para las renovables por el retraso en la llegada del tiempo típico de otoño e invierno.

A falta de los datos de diciembre, la producción eléctrica de la comunidad superó los 28.000 gigavatios hora (GWh), lo que supone un incremento del 18,7% respecto al ejercicio anterior, según el balance que acaba de actualizar Red Eléctrica de España (REE). La principal razón de la subida está en el mejor comportamiento de la hidroeléctrica. No era difícil tras más de un año con déficit de precipitaciones. Las centrales de agua sumaron casi 7.800 GWh entre enero y noviembre, un 157% más que en el mismo periodo de 2018. Su peso en el mix de generación de Galicia vuelve a ser relevante, un 27,1%, pero siguen sin recuperar el trono de la producción que suelen ocupar cuando la comunidad tiene una meteorología normal.

Ese lugar, el liderazgo de la producción en Galicia el pasado año, lo ocupó el carbón. Concentra un tercio de toda la electricidad. La térmica de Endesa en As Pontes y la de Naturgy en Meirama sumaron 9.370 GWh, tras una pequeña reducción del 4%. El papel que juegan en el sistema energético autonómico está a punto de cambiar, y mucho, con el acelerón de nuevas inversiones en renovables -Galicia contará con la segunda mayor central de biomasa de España y alrededor de 600 megavatios (MW) nuevos en parques de aerogeneradores antes de que acabe este 2019- y el anunciado cierre en el ecuador del próximo 2020 de la planta de Naturgy, que ha decidido no llevar a cabo las obras necesarias para adaptarse al recorte de la UE a parte de los gases de efecto invernadero en su directiva de emisiones industriales.

A la espera de ese nuevo impulso al sector eólico, el viento aportó también algo más de una cuarta parte de la producción: 7.362 GWh, un alza del 21,3%. Con más agua y más viento, la actividad de los ciclos combinados -que utilizan gas- echó el freno. Su producción bajó casi un 57%, hasta los 697 GWh.

En el conjunto de España, y en este caso ya con datos del año al completo, la generación bajó un 0,5%, con las caídas más notables en el carbón (17,2%) y los ciclos combinados (18,9%), según el avance del informe anual del sistema eléctrico español presentado ayer por Jordi Sevilla, presidente de REE, y José Domínguez, secretario de Estado de Energía. El país importó más electricidad de la que mandó a otros países. Concretamente, 11.102 GWh.

Galicia es un territorio excedentario. Produce más de lo que necesita. Además de a otras comunidades, es clave en el equilibrio eléctrico con Portugal, a donde aumentaron las exportaciones de electricidad desde la comunidad un 18% (3.862 GWh), mientras que las importaciones por la interconexión del sur gallego con el norte luso se redujeron un 13% (368).

El consumo interno en la comunidad se mantiene bastante plano. Frente al incremento del 0,4% en todo el país, en Galicia la demanda de electricidad aumentó solo un 0,1%, con 19.913 GWh.

La inversión acumulada en renovables en España hasta el letargo en el que cayó el sector con la reforma energética que acabó con las primas permite, según Domínguez, "llegar a un cambio tecnológico en la primera línea" y "ser el país más preparado del mundo" para la transición energética. En semanas estará listo el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima que hay que mandar a Bruselas. "Es el mayor desafío", añadió Revilla, para el sector en "mucho tiempo".