La comunidad gallega es una referencia mundial en energía verde por el agua y el viento. Dos recursos que están destinados a jugar un papel todavía más relevante en la cobertura de la demanda eléctrica del futuro para conseguir la descarbonización de la economía y frenar el avance del cambio climático. El problema es que tampoco la generación renovable está al margen de las consecuencias del maltrato al planeta.

"Desde el punto de vista de la vulnerabilidad ante el cambio climático, amenazas como los cambios proyectados en las precipitaciones y en el régimen de vientos podrían traer consigo impactos en la composición de la energía primaria, pudiendo llevar a mayores importaciones de energía primaria fósil, con mayor número de emisiones, o de energía eléctrica", advierten los expertos de la Xunta de Galicia en la Estratexia de Cambio Climático e Enerxía 2050, concretamente dentro del capítulo de adaptación.

Y los problemas no se quedan ahí. Además de la electricidad que Galicia produce a partir de sus recursos autóctonos, es un territorio donde se transforma mucha energía a partir de recursos que trae de fuera. El bloque más importante (en torno al 45%), recuerda el documento, es el de los productos petrolíferos, que se destinan principalmente al sector del transporte, que representa el 35% del consumo total de energía en la comunidad. "En este sentido, el impacto esperado del cambio climático sobre la eficiencia de estos procesos de transformación es un hecho para tener muy en cuenta en las planificaciones futuras", destaca. ¿Por qué? Porque el refino de crudo hacen un uso "muy intensivo" de agua -por ejemplo, para el lavado de materiales en las diferentes fases de proceso, la producción de vapor, la refrigeración y procesos de reacción-, por lo que la disponibilidad del recurso y también su temperatura "tendrán un efecto muy importante en su capacidad de transformación".

Además, la localización habitual de estas plantas de procesado y sus redes de suministro implica una mayor "vulnerabilidad" ante la subida del nivel del mar y la proliferación de fenómenos extremos marítimos. "Pueden volverlas inoperativas, con el consecuente impacto en los sectores a los que alimenta, o bien causar derrames, explosiones u otro tipo de accidentes industriales que pueden afectar de manera significativa al entorno que rodea las instalaciones".

Después de recordar la relación natural entre la producción de los embalses y la pluviosidad -para muestra, lo sucedido en 2017, cuando las hidroeléctricas, habitualmente la primera fuente de electricidad en Galicia, se desplomaron al tercer lugar por culpa de la sequía-, la Estratexia subraya también la gran vinculación con el agua de las térmicas y los ciclos combinados, "que se verán afectados de manera importante por las variaciones en las temperaturas y las precipitaciones". Son plantas que necesitan refrigerarse. Se exponen, según los expertos, a pérdidas de eficiencia en esa capacidad de refrigeración, en la propia producción de energía y a daños en equipos y cortes de actividad.